Pues sí, como lo oyen: H2 fue a nacer un día como hoy, hace tres años. Su madre y yo nos pasamos aquel día de Reyes en el hospital, con nuestro regalo al lado, en la cuna, y él se va a pasar el resto de su vida preguntándose por qué le han tocado en suerte unos padres tan imprevisores como para hacerle venir al mundo precisamente un 5 de Enero, con lo que la celebración de su cumple se diluye al mezclarse con la de los Reyes, y viceversa. Pero, bueno, tarde o temprano tenía que darse cuenta de los padres que tiene; si no era por esto, hubiera sido por cualquier otro detalle.
Hoy ha dormido mal. Llevábamos varios días calentándole la cabeza entre todos (que si va a ser tu cumple, que si van a venir los Reyes…), y eso debe ser demasiada emoción para un enano, así que hoy ha tocado diana a las siete y media y nos ha levantado a todos de la cama. Le hemos cantado el cumpleaños feliz, le hemos tirado de las orejas y ha tenido… “¡¡¡ un legalo!!!”. Es impresionante la capacidad que tiene este crío para la ilusión y para pronunciar mal la erre. Espero que lo segundo cambie pronto, pero que nunca pierda lo primero.
Y ahora está ahí, en el salón, jugando con su hermano con su “legalo” nuevo, un juego de construcción, mientras los miro. Como muchas otras veces, me parece increíble que yo haya tenido algo que ver con la presencia en mi casa de dos niños tan guapos, pero después de un tiempo, uno se va haciendo a la idea. También como otras veces, me maravillo ante lo diferentes que son mis dos herederos, tanto en el físico como (sobre todo) en el carácter.
Porque en muchos aspectos son la noche y el día. Si H1 es visceral, introvertido, tímido y asocial (es decir, como yo pero en guapo), H2 es muchísimo más tranquilo, sociable, alegre y payaso. Un showman con alma de delincuente. Además de parecerse muy poco a mí físicamente (es flaco, alto y rubio), su carácter es opuesto totalmente al mío y al de su hermano. No se asusta por nada, no se preocupa por nada (lo que es normal, porque tiene una facilidad pasmosa para inventarse excusas) y tiene un coraje a prueba de bombas para enfrentarse a cualquiera, sea cual sea la diferencia de tamaños (no es la primera vez que se interpone entre su hermano y algún pequeño matón en el parque). Aunque, por regla general, es más partidario de la intriga (miente más que habla, siempre está echándole la culpa de todo a los demás) y rehúye los enfrentamientos que sabe que no puede ganar (cuando lo coges en un renuncio aguanta el chaparrón sin levantar la vista del suelo, evitando empecinarse y empeorar las cosas; algo, por cierto, que su hermano debería aprender, porque H1 es más de elegir siempre la actitud equivocada y convertir una pequeña reprimenda en una bronca de proporciones apocalípticas).
H2 es un encanto de niño. Tiene un don innato para saber qué decir o hacer en cada situación y con cada persona, y hace lo que quiere con sus abuelos y sus tíos. Incluso con su madre: cuando pide algo y yo se lo niego, acude a su madre con cara de mimos, le da un beso, la abraza, le dice que la quiere mucho… y cuando su madre está flotando un par de palmos sobre el suelo, encantada de la vida, henchida de amor maternal, le formula la petición, con cara de no haber roto un plato en su vida. Y así, claro, la petición, generalmente, es atendida (“¿cómo le vas a decir que no, con esa cara”?, dice su abuela a menudo), y es entonces cuando me mira con cara de “chúpate esa”.
Es divertido, alegre y fácil de contentar. Un niño razonable, y al que no cuesta mucho enseñar. Tiene los dientes como un conejo, y como siempre está riéndose se han convertido en algo así como su seña de identidad. Aunque quizá lo más llamativo de su cara sean los ojos: inmensos, un poco rasgados, expresivos hasta decir basta. Es bromista, y tiene un sentido del humor propio y muy definido. Y está en una etapa en la que se debate entre el deseo de ser mayor y el dolor de abandonar sus pequeños vicios y sus costumbres de bebé (chupete, peluches…). Por momentos es un hombrecito, por momentos vuelve a ser un pequeñajo adorablemente achuchable. Con un montón de cosquillas, además, lo que es una tentación a la que no puedo resistirme (me encanta su risa, no lo puedo remediar).
Y hoy cumple tres años, y esta mañana está siendo una gozada verlo jugar con su hermano, aunque en lo que escribo esto ya he tenido que intervenir en varias peleas debidas a, digamos, algunas diferencias de criterio a la hora de construir un castillo para Batman (las obras en las que intervienen varios contratistas es lo que tienen). Son niños, y lo disfrutan. Como disfrutan su cumpleaños. Como disfrutan de los nervios del día de hoy (se hace tan largo esperar a los Reyes…).
Así que voy a dejar ya de escribir, y, con su permiso, jugar yo también con mis hijos, hoy que tengo tiempo para estar con ellos. Para ejercer de padre, y disfrutar yo también del cumpleaños de H2, y de los Reyes.
Feliz cumpleaños, H2. Que cumplas muchos más.
Hoy ha dormido mal. Llevábamos varios días calentándole la cabeza entre todos (que si va a ser tu cumple, que si van a venir los Reyes…), y eso debe ser demasiada emoción para un enano, así que hoy ha tocado diana a las siete y media y nos ha levantado a todos de la cama. Le hemos cantado el cumpleaños feliz, le hemos tirado de las orejas y ha tenido… “¡¡¡ un legalo!!!”. Es impresionante la capacidad que tiene este crío para la ilusión y para pronunciar mal la erre. Espero que lo segundo cambie pronto, pero que nunca pierda lo primero.
Y ahora está ahí, en el salón, jugando con su hermano con su “legalo” nuevo, un juego de construcción, mientras los miro. Como muchas otras veces, me parece increíble que yo haya tenido algo que ver con la presencia en mi casa de dos niños tan guapos, pero después de un tiempo, uno se va haciendo a la idea. También como otras veces, me maravillo ante lo diferentes que son mis dos herederos, tanto en el físico como (sobre todo) en el carácter.
Porque en muchos aspectos son la noche y el día. Si H1 es visceral, introvertido, tímido y asocial (es decir, como yo pero en guapo), H2 es muchísimo más tranquilo, sociable, alegre y payaso. Un showman con alma de delincuente. Además de parecerse muy poco a mí físicamente (es flaco, alto y rubio), su carácter es opuesto totalmente al mío y al de su hermano. No se asusta por nada, no se preocupa por nada (lo que es normal, porque tiene una facilidad pasmosa para inventarse excusas) y tiene un coraje a prueba de bombas para enfrentarse a cualquiera, sea cual sea la diferencia de tamaños (no es la primera vez que se interpone entre su hermano y algún pequeño matón en el parque). Aunque, por regla general, es más partidario de la intriga (miente más que habla, siempre está echándole la culpa de todo a los demás) y rehúye los enfrentamientos que sabe que no puede ganar (cuando lo coges en un renuncio aguanta el chaparrón sin levantar la vista del suelo, evitando empecinarse y empeorar las cosas; algo, por cierto, que su hermano debería aprender, porque H1 es más de elegir siempre la actitud equivocada y convertir una pequeña reprimenda en una bronca de proporciones apocalípticas).
H2 es un encanto de niño. Tiene un don innato para saber qué decir o hacer en cada situación y con cada persona, y hace lo que quiere con sus abuelos y sus tíos. Incluso con su madre: cuando pide algo y yo se lo niego, acude a su madre con cara de mimos, le da un beso, la abraza, le dice que la quiere mucho… y cuando su madre está flotando un par de palmos sobre el suelo, encantada de la vida, henchida de amor maternal, le formula la petición, con cara de no haber roto un plato en su vida. Y así, claro, la petición, generalmente, es atendida (“¿cómo le vas a decir que no, con esa cara”?, dice su abuela a menudo), y es entonces cuando me mira con cara de “chúpate esa”.
Es divertido, alegre y fácil de contentar. Un niño razonable, y al que no cuesta mucho enseñar. Tiene los dientes como un conejo, y como siempre está riéndose se han convertido en algo así como su seña de identidad. Aunque quizá lo más llamativo de su cara sean los ojos: inmensos, un poco rasgados, expresivos hasta decir basta. Es bromista, y tiene un sentido del humor propio y muy definido. Y está en una etapa en la que se debate entre el deseo de ser mayor y el dolor de abandonar sus pequeños vicios y sus costumbres de bebé (chupete, peluches…). Por momentos es un hombrecito, por momentos vuelve a ser un pequeñajo adorablemente achuchable. Con un montón de cosquillas, además, lo que es una tentación a la que no puedo resistirme (me encanta su risa, no lo puedo remediar).
Y hoy cumple tres años, y esta mañana está siendo una gozada verlo jugar con su hermano, aunque en lo que escribo esto ya he tenido que intervenir en varias peleas debidas a, digamos, algunas diferencias de criterio a la hora de construir un castillo para Batman (las obras en las que intervienen varios contratistas es lo que tienen). Son niños, y lo disfrutan. Como disfrutan su cumpleaños. Como disfrutan de los nervios del día de hoy (se hace tan largo esperar a los Reyes…).
Así que voy a dejar ya de escribir, y, con su permiso, jugar yo también con mis hijos, hoy que tengo tiempo para estar con ellos. Para ejercer de padre, y disfrutar yo también del cumpleaños de H2, y de los Reyes.
Feliz cumpleaños, H2. Que cumplas muchos más.
Y pórtate bien, o los Reyes te traerán carbón.
10 comentarios:
Felicidades para H2 y también para su orgulloso padre .
Espero que disfrutéis de un día muy divertido mientras esperan a sus majestades de oriente .
Unbesazo
Yo tengo un compañero del trabajo que cumple años el día de reyes dice que no pierde regalos, pero no se lo cree nadie.
Por cierto, felicidades a H2, que es lo que quería poner... es que soy de gatillo fácil...
Felicita a H2 de parte de El Ese y mía y dale un buen achuchón.
Felicidades a H2, qué nervios ya vienen!!!
Pues felicidades a él y a vosotros.
abrazuchos a mogollón y el doble de regalos.
¿¿Un juego de construcción??
A lo mejor tiene suerte y le traen los Reyes una sillita de paseo.
(pregunta a su madre)
Vecina47
Actualiza un poco porfa, porfa!!
yuju yujuuuuuuuuuuuu!!! ¿hay alguien por ahi?? ehhhh!!!!
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