Tuve una vez un profesor que nos decía que un hombre sensato es aquel que trata de adaptarse al mundo, y que, por el contrario, un hombre insensato es el que intenta que el mundo se adapte a él. Así pues, concluía mi querido profe (valga el oxímoron), el progreso se debe a los hombres insensatos. Luego, cuando en los exámenes yo cometía alguna insensatez que él, por lo visto, consideraba poco progresista, me clavaba un suspenso y se quedaba tan ancho. Pero no le guardo demasiado rencor: una incoherencia la tiene cualquiera. En cualquier caso, esto no tiene nada que ver con el tema del que yo quería hablar, que es la crisis. La nunca suficientemente valorada crisis.
Algún ente de los que tengo por compañeros en el curro (no lo tengo identificado, porque, acertadamente, ha preferido cometer la tropelía desde la comodidad del anonimato), ha puesto en el tablón de anuncios de la oficina un papelote en el que sale una foto del señor Albert Einstein, de profesión sus genialidades, al lado de un discursito que el susodicho supuestamente dijo en su día acerca de la crisis y que a mi, me van a perdonar, me parece una completa soplapollez. Pasen y vean:
No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo.
La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos.
La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura.
Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar 'superado'.
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones.
La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia.
El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones.
Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos.
Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia.
Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo.
En vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla.
Aunque reconozco la buena voluntad de intentar animar a la tropa y convencer al personal de que la crisis es “una bendición”, y no puedo sino valorar los tremendos huevos que hacen falta para poner algo semejante en un nido de mileuristas hipotecados como nuestra oficina, la verdad es que Einstein nunca escribió semejante gilipollada (creo, que tampoco me he leído todo lo que escribió y dijo este señor). Lo único que escribió Alberto el Despeinado que se le podría parecer mínimamente (echándole mucha voluntad, cierto es) fue una pequeña reflexión, en su ensayo The world as I see it, en la que ponderaba lo bien que le había sentado centrar su vida en cosas como el esfuerzo y la búsqueda de la verdad antes que en la fácil complacencia de la felicidad. O sea, esto:
Algún ente de los que tengo por compañeros en el curro (no lo tengo identificado, porque, acertadamente, ha preferido cometer la tropelía desde la comodidad del anonimato), ha puesto en el tablón de anuncios de la oficina un papelote en el que sale una foto del señor Albert Einstein, de profesión sus genialidades, al lado de un discursito que el susodicho supuestamente dijo en su día acerca de la crisis y que a mi, me van a perdonar, me parece una completa soplapollez. Pasen y vean:
No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo.
La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos.
La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura.
Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar 'superado'.
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones.
La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia.
El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones.
Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos.
Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia.
Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo.
En vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla.
Aunque reconozco la buena voluntad de intentar animar a la tropa y convencer al personal de que la crisis es “una bendición”, y no puedo sino valorar los tremendos huevos que hacen falta para poner algo semejante en un nido de mileuristas hipotecados como nuestra oficina, la verdad es que Einstein nunca escribió semejante gilipollada (creo, que tampoco me he leído todo lo que escribió y dijo este señor). Lo único que escribió Alberto el Despeinado que se le podría parecer mínimamente (echándole mucha voluntad, cierto es) fue una pequeña reflexión, en su ensayo The world as I see it, en la que ponderaba lo bien que le había sentado centrar su vida en cosas como el esfuerzo y la búsqueda de la verdad antes que en la fácil complacencia de la felicidad. O sea, esto:
Nunca he visto la comodidad y felicidad como fines en sí mismos —a esta base crítica la llamo el ideal de la pocilga. Los ideales que han iluminado mi camino, y una vez tras otra me han dado valor para enfrentarme a la vida con alegría, han sido Amabilidad, Belleza y Verdad. Sin el sentimiento de parentesco con hombres de mente similar, sin la ocupación con el mundo objetivo, en lo eternamente inalcanzable en el campo de los esfuerzos artísticos y científicos, la vida me hubiese parecido vacía. Los objetivos banales de los esfuerzos humanos —posesiones, éxito exterior, lujo— me han parecido siempre deleznables.
De todos modos, si quieren que les sea sincero, tampoco me hubiera extrañado que el genial físico hubiera proferido semejante desatino, porque no conviene olvidar que la genialidad rara vez abarca la totalidad de la existencia de un hombre (sin ir más lejos, ni siquiera yo soy perfecto en todo), de manera que se puede ser un físico estupendo y un completo indocumentado cuando uno se mete a hablar de lo que no sabe. Incluso, puestos a ser críticos, se podría hasta cuestionar la trayectoria científica del personaje en cuestión, que siendo muy jovencito formuló una teoría que luego se pasó toda la vida intentando refutar (sin éxito). Ole la coherencia.
En cualquier caso, alguien ha hecho una interpretación muy libre del mensaje de Einstein, la ha transformado en la sandez correspondiente y nos la ha vendido por internet firmada por el tío Alberto. Que ya se sabe que todas las opiniones son respetables, pero, dependiendo de quién las haya dicho, unas son mucho más respetables que otras. Y si lo dice Einstein, cómo no va a ser verdad: si quiere usted progresar y realizarse, ponga una crisis en su vida.
Pero, qué quieren que les diga. A mí me parece que las cosas no son así. Que la indolencia es el estado natural del ser humano, y que las crisis sólo son una putada considerable que nos obligan a apretar el culo mientras esperamos que escampe para poder volver a nuestra indolencia habitual. Que no digo que unos glúteos firmes no sean un beneficio a tener en cuenta en algunos casos, entiéndanme, pero que, así en términos generales, a mí las crisis no me compensan.
Así que, con su permiso, voy a desaprovechar esta bendita oportunidad de superación personal que la banca internacional, la incompetencia gubernamental y la malvada estupidez humana, ex aequo, me brindan tan gentilmente, y voy a aprovechar, en cambio, para ciscarme en la crisis y en todos sus putos muertos.
Y para rogarles a los banqueros ninjas, a los ministros de economía y trabajo, y, en general a todos los que han hecho (por acción u omisión) de la especulación salvaje y del trabajar en negro una manera de vivir, que en lo sucesivo intenten preocuparse un poco menos por mi realización personal y profesional (si ven que se aburren, que jueguen al Monopoly, hagan sudokus o practiquen el sexo tántrico, que tiene pinta de ser muy entretenido). Porque, aunque les parezca mentira, yo no necesitaba esta maravillosa crisis para ser feliz.
Será que soy conformista.
Qué le vamos a hacer.
4 comentarios:
Que bien!! me alegro de oir a alguien que tambien piense que esa frase es una melonada!!!
He escuchado en los últimos tiempos mil conferencias y charlitas que empiezan con la supuesta frase de einstein!!!
Lo que está pasando es una putada, ni un tiempo de oportunidades ni leches, es una putada!!!
Ante el resto de tu entrada simplemente me quito el sombrero!!
hala maño ya era hora!!! que te sechaba de menos. tol rato has estado celebrando el aniversario??? estarás cansadico... aver si en vez de uno uno dos se ha convertido en uno uno tres...!!!
Muy bien explicado , a mi también me extraña que el discursito sea de einstein ,aunque supongo que hasta los genios dicen alguna chorrada de vez en cuando.
yo también debo ser una conformista y no me arrepiento .No necesitaba esta puñetera crisis en mi vida , que por cierto , estaba muy bien y ahora esta muy jodida y nada contenta.
Un besazo
Lo de los intelectuales y sus recetas para todo es para no parar, pero luego está lo de las falsificaciones que te llegan por todas partes referentes a cosas que ha dicho alguien, o no. A mí me llegan correos con supuestas declaraciones o cartas de Pérez Reverte, de García Márquez, de Borges, de qué sé yo...
El caso es que pocas veces te llegan soluciones de algún economista o sociólogo o algo así, que supongo que tienen más idea del asunto.
Respecto a la crisis es una golfada, por supuesto, y estamos (están, porque yo soy un privilegiado) pagando justos por pecadores.
"La crisis es una oportunidad". Si, de que te echen del curro, de que te jodan los del banco...
"El hambre agudiza el ingenio". También, pero prefiero no tener que pasar hambre y quedarme así de ingenio...
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