miércoles, 18 de agosto de 2010

ADIOS A LA PLAYA

Bueno, pues ya está. Otro año más, las vacaciones se han ido, con una rapidez pasmosa, y la playa ya sólo es un lejano recuerdo. Ahora quedan por delante meses de rutina, deslizándonos lenta pero inexorablemente por la suave pendiente que nos lleva a todos hacia el mal tiempo del invierno, y a mí particularmente hacia el mal humor (el frío no me gusta nada, nada, nada).

Pero, en fin, siempre nos quedará París. O la memoria de estos días, que viene a ser lo mismo pero sin esperas en aeropuertos, sin huelga de controladores y sin equipajes extraviados. Con la ventaja, además, de que la memoria es selectiva y suele quedarse sólo con lo que lo bueno. Así pues, cuento para los duros meses invernales con tirar del recuerdo de lo bien que lo he pasado en la playa. Pero como la memoria de un servidor empieza a no ser lo que era, mucho me temo que será un recuerdo bastante abstracto, sin demasiados detalles. Así que, para concretar un poco y dejar constancia de algunas de las cosas que me pasaron en vacaciones (y que se puedan contar), vamos con un breve repaso de lo que han sido estos días.

-Unas playas fantásticas, con buen tiempo todos los días excepto uno (y tampoco es que hubiera un temporal, pero lo utilizamos para ir de compras y descansar un poco de la arena). El plan, siempre el mismo, era sencillo, que son los planes que mejor suelen funcionar: toque de diana, desayuno, abluciones matutinas, preparativos y a la arena, en plan gladiador. A una hora conveniente, vuelta a casa para comida y siesta. Posteriormente, merienda y vuelta a la playa hasta la hora de la cena. Baño y a la cama. Los críos caían como piedras, y los padres nos hacíamos los chulitos trasnochando un poco (lectura, alguna peli), lo que pagábamos con creces a la mañana siguiente cuando la prole tocaba diana tirándose en plancha sobre nuestra cama sin previo aviso, los muy traidores.

-Las playas a las que íbamos estaban repletas de familias de mediana edad para arriba, lo cual tiene unos efectos lamentables, por una parte (la libido sufre una agresión constante, difícilmente soportable), y reconfortantes por otra (mires donde mires, es fácil encontrar alguien con quien compararte y salir ganando, y no me digan que eso no reconforta, porque no me lo voy a creer). Eso sí, desde aquí lanzo una propuesta a quien corresponda: deberíamos ir pensando seriamente prohibir el topless a partir de algunas edades. Por aquello de evitar traumas innecesarios a los espectadores sensibles. La salud pública es lo primero.

-La desconexión neuronal sólo me dio para leer un libro (y eso que ya lo llevaba empezado; estoy llegando a unos niveles de abandono de la lectura francamente preocupantes…). El hipnotista, de Lars Kepler. Un thriller policiaco con tintes psiquiátricos ambientado (cómo no) en Suecia que resulta entretenido pero a costa de hacer desfilar un buen puñado de personajes desequilibrados por delante de ti. Tipos de esos que te hacen pensar que tienes suerte por no haberte cruzado nunca con ellos o alguno parecido. De paso te cuenta cosas sobre los suecos, lo que viene muy bien, porque ahora que están de moda, si no sabes cuatro o cinco chorradas sobre Suecia y sus costumbres para soltar en una sobremesa no eres nadie (que las hayas aprendido viviendo en Estocolmo o leyendo Millenium es lo de menos). Como nota final, resulta que Lars Kepler es un seudónimo, y que encima no es uno sino dos, y que por si fuera poco son un hombre y una mujer. Todo esto viene explicado muy clarito en la sobrecubierta, y a mí me descoloca un poco. Vamos a ver: si usan seudónimo para no usar sus nombres, ¿por qué luego publican sus nombres (en letras bien gordas, además)? Y si quieren dar a conocer sus nombres, ¿por qué usan seudónimo? Me temo que todavía no entiendo demasiado a los suecos. Habrá que seguir investigando.

-Con las neuronas a medio gas, también conseguí ver unos cuantos deuvedeses que me agencié de la colección de mi hermano. Con diversos resultados. Me encantó Celda 211, aunque acojona un poco ver la fauna que circula por el mundo. También vi Avatar, y me pasé más de dos horas con la sensación de que no pillaba el chiste. Tanta pasta para esto… con el hambre que hay en el mundo… no me jodas. Por momentos te parece estar viendo Los pitufos, a ratos Bailando con lobos, en ocasiones parece Los últimos días del Edén, El señor de los anillos, Rapa Nui, El Imperio contraataca,… Un collage interesante, sin duda, pero ni rastro de originalidad por ninguna parte. Y, para finalizar, dos de Clint Eastwood: Gran Torino y Banderas de nuestros padres. Flojitas. Voy a dejar de ver pelis suyas, porque todo lo que veo suyo últimamente me deja un poco a medias, y de seguir así acabaré perdiéndole el respeto. Al gran Clint, nada menos. Y eso sí que no.

-Para finalizar, los 5 últimos días de vacaciones los he pasado con una fiebre tremenda, alternando entre la cama y el sofá, según me doliera más la espalda o la cabeza. ¿Se puede pedir algo más para rematar las vacaciones? Pues sí. Que todavía no estés recuperado del todo para volver al curro, pero no estés los suficientemente mal como para seguir en la cama (en el sofá también me hubiera valido).

Resumiendo mucho, me lo he pasado muy bien. Casi todo fueron cosas buenas:

-Disfruté un montón en la playa, jugando con los críos, y juraría que ellos también lo pasaron bien.

-Contra el pronóstico de sus abuelas, fuimos capaces de no perder ningún niño en la playa, evitar que se ahogaran, que se quemaran con el sol, etc, etc, y conseguimos traerlos de vuelta sin síntomas aparentes de desnutrición... todo un logro.

-Creo que mi mujer también disfrutó de estos días, en los que en teoría me iba a tener sólo para ella, y en los que en la práctica los niños me han monopolizado hasta que su madre decretó la cuarentena y me los quitó de encima.

-Hasta donde alcanza mi memoria, es el primer verano en el que no tengo quemaduras solares.

-Incluso los delirios de la fiebre molaron, esta vez (cuando paso de 38º empiezan a pasarme cosas raras dentro de la cabeza, y considerando que esta vez estuve entre 39,5 y 40º, pues imagínense; como una película de Tim Burton, pero en bonito).


Ahora, pues aquí estamos, de vuelta a las trincheras. Poniéndome al día con todo lo que ha ido quedando atrasado. Sin demasiadas ganas de escribir, ni de leer, ni de nada, en realidad. Y con un mal humor acojonante (que no sé muy bien de dónde me viene, porque insisto en que me lo he pasado bien, pero que ahí está). Y eso que todavía no hace frío.

Supongo que eso es lo malo de las vacaciones: que tarde o temprano se acaban, y te dejan siempre con ganas de más.


PS: La foto es de la playa en la que estuvimos.

PPS: Me he encontrado con un seguidor en el blog!! No sé muy bien qué significa eso, pero me ha hecho ilusión.

1 comentario:

112 dijo...

Solo deseo que durante el frio inverno de Leon puedas, de vez en cuando, recordar esos dias