jueves, 4 de noviembre de 2010

HISTORIAS DE LA PUTA MILI (VI): DUNKERQUE, 1940

Hoy estoy malito y tengo algo de fiebre, así que yo en su lugar no me tomaría esto demasiado en serio, que a mí la fiebre me sienta muy mal y no respondo de cualquier barbaridad que pueda poner por aquí. Pero el caso es que, a pesar de las calenturas, o quizá precisamente debido a ellas, hoy me ha dado por pensar en una de esas historietas bélicas que tanto me gustan. Como ya están advertidos, vamos a ello, sin más preámbulos.


Pongámonos en situación. Corría el invierno de 1939. Los alemanes, después de haber conquistado Polonia en un mes, se dedicaron a pasar el invierno brindando por lo bien que lo habían hecho (no era para menos: habían arrasado al todopoderoso ejército polaco, nada menos; sobreponiéndose, con esa típica tenacidad germana, a desventajas como luchar con tanques contra la caballería polaca, cuando todo el mundo sabe que los caballos son mucho más maniobrables que los carros blindados, dónde va a parar), mientras los aliados, que en virtud de unos cuantos tratados y alianzas bastante enrevesados habían tenido que declararle la guerra a Alemania, veían como el susto inicial se iba diluyendo. En la conquista polaca los alemanes habían comenzado a mostrar al mundo las posibilidades del uso conjunto de tropas blindadas, aviación e infantería (lo que comenzó a llamarse Blitzkrieg o guerra relámpago), pero después decidieron tomarse un respiro, a las puertas de Bélgica. Para distraerse, invadieron Dinamarca y Noruega, lo que no fue considerado especialmente preocupante por casi nadie (excepto, claro está, por los daneses y los noruegos). Ese invierno, algunos periodistas le cambiaron el nombre a la campaña germana, pasando a denominarla Sitzkrieg, o guerra de broma.


Sin embargo, con la llegada de la primavera, el ejército alemán decidió aprovechar el buen tiempo para darse un paseo por el norte de Francia, que en esa época del año está preciosa. Como no tenían suficientes VW disponibles, decidieron hacer el viaje a bordo de los Panzer, detalle éste que los franceses no se tomaron demasiado a bien. Para su defensa, Francia había construido la Línea Maginot, desde la frontera suiza a la zona boscosa de las Ardenas, en la frontera belga. Confiando en que los alemanes no podrían pasar ni a través del bosque ni a través de la línea fortificada, concentraron todas las tropas al norte, entre las Ardenas y el mar. Por desgracia para ellos y la Fuerza Expedicionaria Británica, que andaba por allí haciendo como que ayudaba a los franceses, el ejército alemán estaba inspirado, y en aquel mes de Mayo dejó para la historia uno de los mejores ejemplos de innovación estratégica de la Historia: Blitzkrieg en estado puro.


Combinando columnas de blindados con la aviación y la infantería, los alemanes atacaron por las Ardenas[1] (por lo visto, no sabían que era imposible). Como por allí nadie los esperaba, avanzaron sin más oposición que la orografía, y cortaron las defensas aliadas en dos: al sur quedaba la Línea Maginot, sin pintar nada, y al norte el grueso del ejército francés y la totalidad de las fuerzas británicas.


Los alemanes avanzaron de manera fulgurante, en un movimiento de pinza clásico (creo que esto lo había inventado Aníbal en la batalla de Cannas, pero, claro, no es lo mismo coordinar unos pocos elefantes y caballos en un campo de batalla pequeñito que tropecientos tanques y miles de tropas a lo largo de cientos y cientos de kilómetros de terreno). Después de romper el frente francés en Sedán, el ejército alemán giró hacia el norte. El 18 de Mayo (sólo 6 días después de atacar a través de las Ardenas), el legendario general alemán Erwin Rommel, al mando de su fiel y querida 7ª División Blindada (la División Fantasma) llegaba al Canal de la Mancha, cortando la retirada de las tropas aliadas situadas en la frontera belga. El cerco estaba cerrado, formando una bolsa con cerca de cuatrocientos mil soldados ingleses y franceses atrapados de espaldas al mar en un pequeño puerto hasta entonces poco conocido: Dunkerque. Un lugar en el que el destino de la guerra comenzó a cambiar.


Porque en aquel momento, a Hitler se le acabó la inspiración. Si durante la campaña de Polonia y la ofensiva a través de las Ardenas se había ganado la admiración del mundo, a partir de finales de Mayo de 1940 comenzó a encadenar una serie de decisiones que le hicieron ganarse el odio de buena parte de los generales de su ejército. Para empezar, cuando tenía a su merced a los ingleses en Dunkerque, ordenó detener el avance de los blindados alemanes, sin razón aparente. Sobre esto se ha especulado mucho y se han planteado distintos motivos para que el tío Adolfo hiciera lo que hizo: hay quien sostiene que Hitler detuvo el ataque para esperar a una división blindada de las SS (la Leibstandarte Adolf Hitler Division, su niña mimada), porque no quería que la Wehrmacht se llevase toda la gloria[2]; puede que no quisiese aniquilar a las tropas británicas para mantener abierta una posible vía de negociación con el gobierno inglés; aunque también es probable que tuviese un ataque de divismo y esperase que las tropas enemigas se le rindiesen en masa, aplaudiendo por la brillantez de la estrategia inicial. Quién sabe. El caso es que Hitler decidió detener el ataque blindado cuando los Panzer estaban a menos de 16 km de Dunkerque y los ingleses habían comenzado a rezar sus oraciones. Incluso ordenó detener los bombardeos de la Luftwaffe sobre las playas en las que se hacinaban los indefensos soldados aliados.


De cualquier forma, los ingleses no se pararon a preguntarse el por qué de aquel inesperado regalo y organizaron a toda prisa una plan de evacuación al que denominaron Operación Dynamo, que puso de relieve dos cosas: que los súbditos de su Graciosa Majestad tienen una suerte que no se la merecen, y que la definición inglesa de plan es muy elástica. Porque la Operación Dynamo era, en esencia, más simple que el mecanismo de un botijo: el plan consistía en llevar a la zona el mayor número posible de barcos de la Royal Navy, embarcar a los ingleses como pudieran y devolverlos a casa. Otros aspectos periféricos (aunque vitales) como la defensa antiaérea, las posibles maniobras de distracción para aliviar la presión sobre el cerco, apoyo aéreo a las tropas embolsadas y cosas así no se contemplaban en el plan (alguien debió pensar que, total, si era imposible que aquello saliera bien, para qué malgastar tiempo y neuronas pensando en detalles que no iban a tener ninguna importancia, a poco que los alemanes hicieran los deberes). Sin embargo, gracias al repentino ataque de soy-el-mejor-estratega-del-mundo-mundial de Hitler, la cosa pasó a la historia como una de las operaciones de evacuación más eficaces jamás realizadas por el ejército inglés. Del 27 de Mayo al 4 de Junio, más de trescientos treinta mil hombres regresaron a Inglaterra. El ejército inglés se había salvado. Aunque el costo fue alto (navíos hundidos y dañados, aviones derribados, toneladas de material abandonado en las playas...), aquello fue definido como un "bendito milagro" por el inefabable Winston Churchill.


Los alemanes, al margen de algunos cabreos históricos de generales como Guderian, Von Kleist, Von Bock o Rommel, que habían visto muy cerca la posibilidad de aniquilar a los ingleses, dejaron pasar Dunkerque sin ser demasiado conscientes de lo que significaba aquella oportunidad, y se dedicaron a hacer chistes acerca del curioso sentido de la lealtad que habían demostrado los británicos (la inmensa mayoría de los evacuados fueron ingleses, mientras que las tropas francesas se cayeron con todo el equipo, quedando en tierra y siendo hechas prisioneras por el ejército alemán): se popularizó un comentario, dirigido a los gabachos, en el que se afirmaba que “los ingleses están dispuestos a luchar hasta el último hombre… francés”. Es de suponer que a los franceses la cosa no les hizo demasiada gracia (sobre todo porque era verdad). Por lo demás, el ejército alemán tenía ante sí toda Francia, y no tenía más que ocuparla, así que, ¿a quién le importan trescientos mil soldaditos ingleses?


Lamentablemente, cuando tiempo después Hitler vio que por la vía de la negociación no iba a conseguir que Gran Bretaña firmase la paz y comenzó a plantearse el ataque a las islas, cayó en la cuenta de que la invasión por tierra iba a ser sumamente complicada debido, en gran parte, a los hombres evacuados de Dunkerque, que convertían el ejército inglés en algo a tener en consideración. Así que decidió hacerlo por aire, atacando a discreción. Por desgracia para él, los británicos demostraron que en el aire las cosas se les daban mejor, y lo de acabar con Inglaterra iba a tener que dejarlo para más adelante. Con lo cual tuvo que volver sus ojos hacia Rusia, desdeñando las enseñanzas de Napoleón, cien años antes, y se pegó el gran revolcón en el invierno ruso. En fin: los genios son así [3]


El caso es que visto con la ventaja de juzgar los hechos a posteriori, Dunkerque fue el primer gran patinazo (y acaso decisivo, en tanto motivó los siguientes) del ejército germano. Quizá no sea tan descabellado afirmar que Dunkerque fue, a la postre, el momento en el que se decidió el idioma oficial de Europa para la segunda mitad del siglo XX.


Por fortuna, no fue el alemán [4]


[1] Curiosamente, cuatro años después, cuando los americanos avanzaban arrolladoramente por Francia después del desembarco de Normandía, los alemanes realizaron un contraataque a través de una zona que los yanquis no habían reforzado, puesto que la consideraban infranqueable. Adivinen cual era esa zona. Si es que hay gente que nunca aprende…


[2] En Alemania había cierta competencia entre el ejército (Wehrmacht) y las unidades de las SS que habían sido militarizadas (Waffen SS). Algunas de estas últimas demostraron, a lo largo de la guerra, una gran lealtad al Fuhrer y un tremendo fanatismo. Dado que a Hitler le molaban esas cosas, es comprensible que, de vez en cuando, tuviera un detalle con estas unidades. Que sería un loco y un genocida, sí, pero también tenía su corazoncito.


[3] Decisiones como éstas pusieron de relieve que de estrategia andaba tan corto como sobrado de megalomanía. Pero si lo que pretendía era imitar las chapuzas perpetradas anteriormente por Felipe II o por Napoleón Bonaparte , la cosa le quedó resultona.


[4]Desde un punto de vista estrictamente fonético, por supuesto.


8 comentarios:

Doctora Anchoa dijo...

¡Primer! Muy interesante. Este post se lo voy a recomendar a El Ese, que es un loco de la II Guerra Mundial; ya verás como le encanta.

molinos dijo...

¿Historietas bélicas con fiebre? No estarás tan "malito"...crei que con más de 7 años ya no se decía eso..

Sobre el post, creo que te interesará leer lo que opina Judt, en su ensayo " La catástrofe: la caída de Francia, 1940".

Según él, los franceses fueron arrasados por los alemanas porque primero Francia pensó siempre que los combates tendría lugar en Bélgica o más al este, no pensaron que la batalla fuera a ser dentro de sus fronteras.

Aparte de esta confusión estratétiga, los generales eran incompetentes en cuestiones tácticas y administrativas: " el alto mando francés era crónicamente incapaz de delagar responsabilidades, reaccionar a las nuevas circunstancias, organizar el transporte, mantener las comunicaciones, aprovisionar combustible o incluso registrar la ubicación de los depósitos de armas". Además dejaron a las tropas inactivas entre septiembre del 39 y mayo del 40 y después les dijeron ¡Hala, chicos a luchar! en una batalla de movimientos rápidos donde los alemanes estaban bastante mejor dirigidos.

En el momento de la batalla las dos partes tenían tanques pero Rommel Y Guderian sabian que hacer con ellos y además estaban autorizados a tomar la iniciativa y aprovechar la oportunidad, hasta que dejaron de tener esa posibilidad como muy bien has contado. Mientras tanto los franceses estaban sumidos en una confusión total porque al cambiar las circunstancias de la batalla no recibian los cambios de órdenes porque no habia comunicación entre el alto mando y los oficiales del frente.

Judt también habla del factor político y del papel de la prensa en esa derrota...pero eso no viene al caso ahora.

pseudosocióloga dijo...

Muy aleccionador.
¿Existe algún hombre que no le guste la temática bélica y/o James Bond?

Cazurro dijo...

Doctora, si a El Ese le interesa la 2ª GM, no sé si le conviene leerme. Lo mío es una interpretación un tanto personal.

Molinos, tú por aquí, qué sorpresa.

Me temo que a tí no haya manera de darte gusto: si digo malito, resultaré infantil; si digo agonizante, será una cosa "muy de tíos"; si digo que estoy aquejado de un leve síndrome febril me llamarás pedante... en fin.Por si te interesa, creo que sobreviviré.

Respecto a todo lo demás, estoy de acuerdo, por principio: no pienso discutir de historia con una historiadora (aunque tal vez podría, resultaría un poco presuntuoso) ni llevarle la contraria a un muerto (que también podría, pero sería poco respetuoso). Así que, sí, por mí está bien lo que Judt y tú decís.
Aunque, claro, siempre hay matices...

Pseudosocióloga, haberlos, haylos. Yo conozco más de uno, y más de dos.
...
Ah, que era una pregunta retórica...

Usted perdone. Tengo ciertos problemas para detectar la ironía femenina (¿será porque soy hombre?).

El Ese dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
El Ese dijo...

Amigo Cazurro, por supuesto que me conviene, y mucho, el seguir leyendote. No tiene nada que ver que me pirre la historia, con que no me pueda parecer interesante el relato de un episodio histórico contado de manera personal.
PS: A título de curiosidad, los alemanes entraron en Francia no utilizando planos ni mapas robados, sino con algo que ahora puedes encontrar en las gasolineras: la guía Michelín

Er-Murazor dijo...

Muy buena entrada, como siempre. Una vez más, un mal líder estropea una buena operación de sus subordinados.

El niño desgraciaíto dijo...

Muy interesante. Es que también nos viene impuesta la imagen de que los aliados eran muy buenos y los nazis muy malos, pero los aliados también fueron unos metepatas y al final muy crueles con los alemanes.

Otra gran metedura de pata aliada fue la operación market garden en Holanda.