miércoles, 6 de octubre de 2010

CAZURRO

Me consta que alguna gente se pregunta por qué me llamo Cazurro. Incluso hay quien, en un alarde de piedad, me ha compadecido por serlo. Puede que tenga razón en compadecerme, pero no era mi intención automancillarme, creánme. Simplemente, un buen día me dio por escribir un comentario en un blog, y, a la hora de firmar, me decidí por hacerlo como Cazurro. Ahora me doy cuenta de que, lo que en realidad debería haber escrito es Un cazurro. Seguramente, ni aun así me hubieran entendido bien, pero habría estado mucho más cercano a lo que yo quería expresar: uno de León.

Porque cazurro es utilizado como gentilicio oficioso para los que hemos tenido el azar de nacer en la provincia de León. Y, pese a la definición de la RAE, ser cazurro no se entiende aquí como algo negativo. O, al menos, tan negativo como en el resto del país. Es cierto, no suena demasiado bien, pero aquí, por la fuerza de la costumbre, llega a ser incluso eufónico y se usa con bastante frecuencia, a veces incluso en plan cariñoso. El significado de cazurro reflejado por la academia (necio, tosco, zafio, vulgar, corto de entendederas…) no es lo que aquí entendemos por ser cazurro. Es, más bien, la acepción menos usada de cazurro, aunque también viene en el diccionario (terco, obstinado), la que entendemos los leoneses cuando nos llaman así. Y, la verdad, no nos ofende demasiado (a mí, al menos). Porque, al fin y al cabo, las verdades no ofenden. Y si hay algo cierto es que la gente de por aquí somos muy obstinados, y nos cuesta mucho cambiar de idea. Obstinados y orgullosos. Lo que, en mi opinión, no es que sea una combinación que augure cosas demasiado buenas, la verdad, pero es lo que hay.

El origen del término cazurro es curioso, aunque incierto (dicho sea de paso, eso es lo bueno de los orígenes inciertos: que cada uno puede quedarse con la versión de la historia que mejor le parezca). Les voy a contar mi versión preferida, que, sinceramente, tiene tantas posibilidades de ser cierta como cualquier otra. Cuenta la leyenda que allá en los azarosos años en los que los inmigrantes venidos en patera comenzaban a invadir la península (hablo del episodio I, en el siglo VIII) no encontraron resistencia digna de ese nombre hasta llegar al norte de España. Nuestros amigos magrebíes se pegaron un paseo desde el Guadalete hasta las montañas del norte de León, sin mayores contratiempos que la falta de dátiles. Pero hete aquí que en estas tierras montañosas empezaron a encontrarse con que la gente no se dejaba matar pacíficamente, ni siquiera en el nombre de Alá, y plantaba cara de manera obstinada. A ello ayudaba el terreno, claro, porque el norte de León es una zona bonita para ir de excursión, pero es dura para vivir, y para pelear puede ser, directamente, imposible. Y mucho más teniendo en cuenta que los moros no habían encontrado un paisaje así hasta la fecha. El caso es que los moros acabaron pasando, pero ya se fueron haciendo una idea de lo que les esperaba en Covadonga. Y, como estuvieron una temporada por estos lares, acabaron dándole un nombre a la gente de la zona: qad’ur. Que se podría traducir literalmente como “el-que-no-cesa”, y más coloquialmente como “estos-pesados-de-los-leoneses-que-no-dejan-de-dar-por-el-culo” (ya les advertí que era una traducción coloquial y un poco libre).

Y los quad’ur de entonces, por mor de la evolución de aquel protocastellano que fagocitaba palabras allá donde las encontraba, sin importarle demasiado el origen, somos los cazurros de hoy. Con un carácter que ha cambiado, más para nuestra vergüenza que para nuestro orgullo, muy poco en estos doce siglos.
Así que ya saben por qué a los leoneses nos llaman cazurros: porque a los integrantes de un ejército invasor de hace 1.200 años les asombró el carácter de la gente de mi tierra lo suficiente para ponerle un nombre. Uno de esos apelativos a mitad de camino entre el reconocimiento y el insulto. Al fin y al cabo, después de un buen amigo, nada mejor que un buen enemigo.

De todas formas, que nadie piense que esto es un alegato regionalista, porque nada más lejos de mi intención. No me siento especialmente orgulloso de haber nacido aquí. Eso ha sido un azar, y punto. Pero tampoco puedo evitar que el haber nacido aquí me haga, en parte, como soy. En cualquier caso, eso me ha venido dado, y no he tenido nada que ver. Lo único que depende de mí es, al menos, comprender por qué soy como soy, y asumir que ser cazurro tiene sus partes buenas y sus partes malas. Somos obstinados, sí. Y tercos, también. Reacios a cambiar, y esto, a la larga, nos trae más problemas que ventajas. Pero también, en determinadas situaciones, hay que ser terco, y hay que obstinarse en clavar los pies en el suelo y aguantar la embestida. Sin quejas, sin excusas, pero sin ahorrarse ningún esfuerzo, y sin retirarse antes de tiempo. En situaciones desesperadas, pueden estar seguros de que quisiera a mi lado a un cazurro [1]. Para la normalidad (es decir, para el 99,9% del tiempo), acéptenme un consejo: aléjense de ellos (nosotros), porque no les traerán (traeremos) nada bueno.

Aun así, por favor, tengan en cuenta lo que están diciendo cuando vuelvan a llamar a alguien cazurro. Porque el sentido peyorativo del cazurrismo no es más que una parte del significado real de la palabra.

Y tengan en cuenta, también, que somos lo suficientemente obstinados para conseguir cualquier cosa que nos propongamos. Probablemente, algún día los cazurros dominaremos el mundo (de hecho, si eso no ha pasado todavía es porque aún no nos hemos puesto de acuerdo entre nosotros [2])

Avisados quedan.

Palabra de un cazurro.

[1] La foto es de un monumento situado en el centro de León. Representa a Don Alonso Pérez de Guzmán, conocido también como Guzmán el Bueno, gobernador de Tarifa durante el reinado de Sancho IV de León (sí, hasta allí llegaba el Reino de León, ya ven). En 1294, Tarifa fue sitiada por los benimerines, que hicieron prisionero a Pedro Alonso Pérez de Guzmán, hijo del gobernador. Los musulmanes le propusieron al tipo de la estatua un trato: la vida de su hijo a cambio de la rendición de la ciudad. Don Alonso no sólo rehusó, sino que, con un par, les lanzó por la muralla su propia daga, por si no tenían con qué darle matarile a su vástago. No me dirán que no es un buen ejemplo de cazurrería...
Siglos después, al bueno de Don Alonso le hicieron esta estatua, en la que aparece en el trance de ofrecerle a la morería el puñal con el que despachar a su hijo. Lástima que ya casi nadie por aquí recuerde esta historia.
Aunque, eso sí, los benimerines no pudieron conquistar Tarifa.
[2] Ya sé que ponernos de acuerdo todos los leoneses es algo que no ha pasado en toda la historia, pero yo no pierdo la esperanza. Soy un soñador.

19 comentarios:

Doctora Anchoa dijo...

¡Primer! Me temo que has definido una terquedad muy masculina, Cazurro: la de clavar los pies en el suelo y decir "de aquí no me mueven". Seguramente las cazurras (supongo que existe el fememino del término y no estoy diciendo algo como miembras o similar) harán como si se apartan, pero seguirán a su objetivo. Jo, siempre que te comento acabo organizando guerra de sexos. La última vez, lo juro.

El niño desgraciaíto dijo...

Yo la historia de Guzmán el Bueno sí que me la sabía. De hecho, Anniehall debe estar un poco harta de que se la cuente. Yo creo que define muy bien lo que para un español, específicamente un cazurro, significa el honor y la lealtad. O lo que significaba, más bien.

Anniehall dijo...

Voy a tener que consultar si tengo ancestros leoneses porque, Anchoa, para cazurra y terca yo.

NáN dijo...

Qué curioso esto del lenguaje. Desde primaria hasta que me fui del colegio, entre el grupo de amigos había uno que se llamaba Pamblanco (nos llamábamos por el apellido). Y un día, años después, me dije ¡Anda, si "Pamblanco" es "pan blanco", que hace la "n" "m" por estar delante de la "b".

Pues con este post me ha pasado lo mismo: un "cazurro" es un tío de León y punto. Y conste que conocía la otra acepción y es posible que a uno de Almería le haya dicho "no seas cazurro". Pero como si fueran dos palabras distintas, cada una con su significado. Lo mismo que uno de Madrid es un "gato" y, si se lo llamo, no estoy pensando en el animal maullador.

La historia del nombre procedente de los árabes,"si non e vero, e ben trovato".

pseudosocióloga dijo...

Pues debe ser parecido a lo de "paleto" en Segovia, si Segovia, no Palencia.
Y en el Alcázar de Segovia ¿quién fue el que no se rindió a pesar de que le amenazaron con matar a su hijo?.Y se lo mataron.

pseudosocióloga dijo...

Toledo, quería decir Alcázar de Toledo.¿No era el general Moscardó?.

112 dijo...

Dr.Anchoa por aqui las cazurras somos tanto o más tercas que ellos, pero como buenas féminas hacemos como que no, así después se hace lo que mas o menos queremos nosotras.

Doctora Anchoa dijo...

¡Eso quería decir yo! Que es de otra manera, y sin duda mucho más práctica.

Cazurro dijo...

Doctora, no es una cualidad exclusivamente masculina, te lo aseguro.

Niño, bien por tí. La Historia está llena de historietas con las que aburrir a nuestras mujeres.

Annie, pues lo de los ancestros podría ser. Una parte de tu tierra (la Liébana) perteneció, en tiempos, al Reino de León.

NáN, exacto. Aquí se dice cazurro como se puede decir catalán, o gallego. Es un gentilicio, sin más.

Pseudosocióloga, si, la historia de Moscardó es muy parecida a la de Guzmán. Sólo que Moscardó no era General, por aquel entonces, sino coronel. Fue ascendido tras de la liberación del Alcázar, cuando recibió a las tropas que venían en su auxilio, después de meses de pasarlas putas, con aquella frase de "Sin novedad en el Alcázar". Por lo que se ve, a pesar de nacer en Madrid, tenía genes cazurros,o, al menos, de Bilbao (algo probable, ya que su segundo apellido era Ituarte).

112 y Doctora, veamos qué método de discusión es más práctico:
-Masculino: opiniones encontradas-bronca-se hace lo que dice el ganador-el perdedor se aguanta. Tiempo empleado: 1 hora.
-Femenino: opiniones encontradas-silecio y malas caras-se hace lo que dice la ganadora-el perdedor se aguanta. Tiempo empleado: entre 1 semana y toda la vida.

No sé yo...

Anita dijo...

Pues vaya mezcla explosiva debo ser yo: sangre cazurra y nacida en Bilbao...
Y yo también conocía la historia de Guzmán el Bueno. También me contaron que ahora señala a la estación, como diciendo: "El que no esté a gusto en León, por ahí se va a la estación"

Doctora Anchoa dijo...

Cazurro: ¿Entre una semana y toda la vida? Eso es con una técnica sin depurar...

Cazurro dijo...

Anita,eso es casi ser una cazurra de pura cepa. Obviemos el detalle de haber nacido en las afueras de León...
Respecto a Guzmán, sí, el brazo extendido señala la estación de tren, y existe ese dicho: si no estás a gusto en León, ahí tienes la estación.
Que no es que no seamos hospitalarios, es que nos gustan las cosas claras.

Doctora, ¿su técnica depurada incluye el uso de cúter? ¿O estamos hablando del típico enfrentamiento vocerío masculino vs chantaje sexual femenino?

Doctora Anchoa dijo...

No, la idea más bien es que nosotras no hacemos ruido hasta que no es necesario. Hacemos como si nos conformamos, pero como decía Zsa Zsa Gabor: "Una mujer sólo retrocede para coger carrerilla"

Cristina dijo...

La ignorancia veo que efectivamente es atrevida. Yo te compadecí cuando dejaste un comentario en mi blog por lo de "cazurro". No tenía ni idea de que fuera un "gentilicio oficioso" de León sólo lo conocía como lo define la RAE y que es como uso muchísimo la palabra.

Pero nada, ¡que vivan los cazurros!

Cazurro dijo...

Doctora, ¿ y quién decide cuándo es necesario el ruido? Por otra parte, lo de retroceder para coger carrerilla ya lo había oído. Yo tengo otro lema (anda que será por lemas...: los hombres no retrocedemos, damos media vuelta y seguimos avanzando.

Cristina, no te estaba reprochando nada. No tienes por qué saber como se nos llama o se nos deja de llamar. Pero, precisamente por eso, me apetecía explicarme un poco.

Cristina dijo...

Tranquilo, no me lo he tomado como reproche, me ha hecho gracia :)

Doctora Anchoa dijo...

Lo del ruido suele ser tendencia masculina ¡ejem!. Hay una frase de un cómic que a El Ese le hace mucha gracia, que viene a decir algo como "¡Los hombres no preguntamos direcciones!¡Arreglamos las cosas a golpes!". Sólo insinúo que nuestro estilo es un poco más sutil. Por cierto, si uno da media vuelta técnicamente no avanza, vuelve al lugar de partida XD

Cazurro dijo...

Doctora, sí, los hombres, de sutileza, lo justo. Pero es nuestra naturaleza, y no podemos evitarlo: las mujeres no os imagináis lo duro que es ser esclavo de la testosterona...

Y, lamentándolo mucho, tengo que disentir en su interpretación técnica de lo que es un avance. Según la RAE, avanzar es moverse hacia adelante; adelante (2ª acepción)es hacia enfrente; y enfrente es hacia donde uno mira. O sea que, técnicamente, mientras se camine de frente y no de espaldas, uno siempre avanza. A dónde llegue es otra cuestión.

Perdón por la tontería, pero es que, para ponerse técnico, yo.

Mario dijo...

Siempre esta bueno tener la chance de conocer distintas cuestiones y por eso esta bueno leer mucho para aprender cosas diversas. En el ultimo tiempo estoy tratando de investigar sobre distintos países, ciudades y sus adjetivos gentilicios