jueves, 14 de octubre de 2010

DECIDIENDO

A principios del siglo XIX, cuando los franchutes decidieron, por las bravas, modernizar y culturizar un poco a los españoles (no sabían dónde se metían, los angelicos), surgió en España el movimiento liberal. De hecho, fue aquí donde se acuñó el nombre, aunque después, a lo largo del tiempo, éste haya ido adquiriendo significados y matices diferentes. En su origen, el liberalismo surgió como un heredero de las ideas de la Revolución Francesa (¡qué cosas!), que a su vez había hecho suyos los conceptos de la Ilustración. En suma, se trataba de revertir el orden establecido, de acabar con el poder absoluto del rey para dárselo al pueblo.
Los franceses, como iba diciendo, estaban empeñados en ilustrarnos, así que nos invadieron. La invasión francesa contó con sus partidarios, con sus detractores (ambos bandos a ultranza) y con una tercera facción, los liberales, que no comulgaba con estar bajo el gobierno francés, pero decidió aprovechar la situación para cambiar un poco las cosas. Así, en 1812, con los franceses en retirada y el rey lejos de la acción (como solía), se promulgó en Cádiz la Constitución de la Corona Española. El arte gaditano la bautizó como la Pepa. Era una constitución de corte liberal, que recortaba el poder del rey en favor de los representantes del pueblo. Era una constitución, en suma, que trataba de darle a la gente la libertad, o, al menos, más libertad de la que tenía hasta ese momento. Pero, como dijo alguien una vez: “Ustedes quieren libertad, pero, ¿para qué?”.

Esta pregunta puede parecer una tontería, pero quizá no lo sea tanto. Porque puede que al usarse constantemente la palabra libertad haya perdido parte de su significado. O puede que seamos nosotros los que no lo conocemos, o no queremos conocerlo. Ser libre no significa que cada uno pueda hacer lo que le salga del cimbel, o al menos no significa sólo eso. Significa que cada uno puede tomar sus propias decisiones, pero también debe afrontar las consecuencias de las mismas. Ser libre significa, en definitiva, tomar decisiones (sabiendo que éstas pueden ser más o menos acertadas o tremendamente erróneas) y estar dispuesto a apechugar con lo que salga. Y eso, a poco lúcido y responsable que sea uno, estresa un huevo. O más.

Así que, siguiendo la rancia tradición hispánica de no saber lo que queremos y contradecirnos constantemente (a nosotros mismos y a los demás), no es de extrañar que dos años más tarde, cuando el rey Fernando VII (posiblemente el más canalla, tirano, golfo y sinvergüenza de todos los reyes que en España han sido, que es mucho decir) volvió a casa desde el exilio francés en el que había estado luchando (es un decir) por la independencia de su país, la gente pasó tres pueblos de la Pepa, de la libertad y de la responsabilidad, y lo recibió alborozada al grito de “Vivan las caenas”. Y es que, bien mirado, ¿quién necesita estresarse tomando decisiones cuando tiene a mano el dulce remedio de la esclavitud? Exacto: nadie. Al menos, nadie español.

El caso es que a día de hoy me encuentro con que soy libre. Pero libre a tutiplén, vamos. Tomando decisiones por un tubo, oigan. Y empiezo a estar un poco… ¿cómo lo diría yo?... hasta los cojones de tanta libertad. Para qué les voy a decir que no, cuando es que sí.

Porque hay épocas de esas que les gustan a los chinos (ya conocen la maldición que se gastan los amigos mandarines, que le desean a los que no quieren bien que vivan en tiempos interesantes) en las que parece que el mundo se acelera. Te puedes pasar once meses al año sin tomar decisiones más allá de si el pan lo quieres blanco o integral, y de repente te encuentras con que en una semana tienes que decidir si cambias de trabajo y de ciudad, si cambias de coche, si te operas la rodilla, si pintas el piso, si cambias los muebles, si apuntas el niño a judo, si te cambias de sexo o si te haces hare krishna. Se junta todo. Como si en El Corte Inglés hubieran inaugurado la quincena de la decisión (con increíbles descuentos). Hala, a decidir, sin tregua. Y eso, en parte porque te pilla desentrenado y en parte porque es estresante de por sí, te tiene viviendo sin vivir en ti durante una temporada. Con la sensación, además, de que te equivocas más que aciertas (sensación que, en mi caso, suele ser completa y lamentablemente cierta), pero no puedes dejar de tomar las decisiones. Ni siquiera posponerlas. Esto no funciona así. Te toca decidir y decides. Honradamente y tratando de hacerlo lo mejor posible, pero sabiendo, eso sí, que si te equivocas te toca aguantarte. Aquí no se admiten reclamaciones, ni hay segundas oportunidades.

Pues así estoy yo ahora. Decidiendo al por mayor. Libre como para alucinar en colores. Y estresado hasta ese sitio en el que todos estamos pensando.

Y comprendiendo completamente, creo que por primera vez en mi vida, cuánta razón tenían los vasallos de Fernando VII: la libertad está muy sobrevalorada.

En resumen, que se busca tirano, con experiencia y capacidad de decisión. Preguntar por Cazurro.

Y vivan las caenas.

14 comentarios:

Doctora Anchoa dijo...

Es el precio que pagamos cuando nos hacemos mayores; tener que tomar decisiones que cada vez son más importantes. Me ha interesado eso de que estás decidiendo lo del cambio de sexo y lo del hare krisna. No lo dudes, sí a las dos.

112 dijo...

Lo malo no es decidir.
Lo malo es que no se pueda ser "el tirano" y tener a los vasallos continuamente cuestionando las decisiones y/o tocando las narices .
En esa texitura: o eres el tirano y ruedan cabezas; o puedes darte por jo...
Di "no" al cambio de sexo.Gracias.

Anónimo dijo...

- Cambiate de trabajo si es más dinero y te gusta más.
-Cambiate de ciudad si es por el trabajo.
-No cambies de coche hasta que pete.
-No te operes la rodilla..¿para qué? Operación, rehabilitación y blablablá…ya se curará solo o no.
-No pintes el piso que tus niños son todavía pequeños y además si te vas a cambiar de casa pasando.
-No apuntes al niño a judo..vale pasta y se aburrirá, le obligarás a ir y te sentirás mal padre…
-¿cambiar los muebles? ¿para que?..espera a que los niños se vayan...además en León no hay Ikea..y redecorar tu vida te saldrá carísimo y al final acabarás poniendo unos muebles primos hermanos de los que tienes..no te veo haciendo un cambio radical.
-¿Cambiarte de sexo? ¿ amputación? No tienes tanto valor.
-¿ Hare Krisna?..mmm..¿afeitarte la cabeza e ir vestido con túnica de color azafrán? Esta es fácil.NO.


Hala, ya está todo decidido. Solo hay que tener un poquito de valor e iniciativa.

Cazurro dijo...

Doctora, gracias por los consejos, pero, ¿me estás llamando viejo?

112, ya, si lo de ser tirano debe molar un montón, no te digo que no. Pero es que a mi me gusta más cuestionar las decisiones de los demás que tomar las mías propias, qué le vamos a hacer.

Anónimo, partiendo de la base de que eran supuestos teóricos para ejemplificar el tema, vamos a estudiarlos uno a uno:
-Cambio de trabajo: ¿y si es más dinero pero no me gusta? ¿y si me gusta pero es menos dinero?
-Cambio de ciudad: ¿y si el nuevo trabajo está a una distancia en el límite de lo razonable para ir y volver a diario?
-Cambio de coche:¿no sería mejor cambiarlo, para ir y volver al nuevo trabajo?
-Operación de rodilla:¿y si no se cura sola, y tengo que acabar operándome dentro de unos años, cuando sea (más) viejo y la rehabilitación sea más difícil y dolorosa?
-Pintar el piso: ¿y si los colores que escogimos en su día son los causantes, con el tiempo, de que los niños desarrollen algún tipo de desorden mental? Quizá aún estemos a tiempo...
-Judo:¿y si dentro de unos años entran en casa una banda de atracadores y/o violadores con aviesas intenciones, y el niño no es capaz de defender a sus padres por haber escatimado pasta en su educación marcial?
-Cambiar los muebles:¿y si montar los muebles de Ikea es el reto que de repente da sentido a mi vida, redefine mi existencia y aumenta mi escasa autoestima?
-Cambio de sexo: ¿y si en lugar de amputación estamos hablando de implante? Para acabar pareciéndome a un hombre, digo.
-Conversión al Hare Krishna: ¿y si el azafrán me combina con los muebles nuevos y con el nuevo color de las paredes?

¿Ves como no es tan fácil? ¿O es que estas cosas sólo se me ocurren a mí?

NáN dijo...

Que todo fluya. No hay que hacer absolutamente nada. De pronto, de pasa como a Serrat y te dices "busqué mirando al cielo inspiración / y me quedé colagao en las alturas / por cierto al techo no le iría nada mal /una mano de pintura".

Ahora es el momento de pintar.

Oséase:

De ti a la decisión: mal andamos y peor llegaremos.

De la decisión hacia ti: va a ser que ya toca.


(de nada)

Maria dijo...

Pues si no cambias de trabajo, ni de coche, ni de ciudad, ni te operas la rodilla, ni pintas el piso, ni cambias los muebles, ni te cambias de sexo, ni te conviertes al Hare Krishna,

¿Que coño estas decidiendo?

¿apuntar al niño a ballet?
¿divorciarte?
¿dedicarte a la vida loca?
¿liarte con Belen Esteban e ir a Salvame?

Cuentanos por dios.

Divorciarte?

María dijo...

lo de divorciarte solo lo he preguntado una vez, que conste que se ha duplicado.

El niño desgraciaíto dijo...

Señor Cazurro, ha definido muy bien la libertad y sus consecuencias.

Me permito preguntarle antes de que se mude de ciudad por sitios para ir de pinchos en León, dado que mañana estaremos por allí dado que tenemos una boda. Le indico que yo hace años estuve bastante por León debido a una novia que tuve y que vivía ahí, pero no me acuerdo mucho. Me acuerdo de un sitio que se llamaba La Competencia y que daban trozos de pizza como pincho y que estaba bastante bien. También me acuerdo de que había varios bares cerca de este alrededor de la plaza que no me acuerdo como se llama.

También le agradecería algún bar de copas así, para gente que no quiere quedarse sorda y le gusta tomarse un buen gintónic o similar.

Por supuesto, es usted libre de darme esos consejos o no.

el chico de la consuelo dijo...

Yo estoy con el señor desgraciadito (esto de tratarse de Vd me gusta)...y ya es hora de una entrada de lugares para zampar en León...porque entre las patatas fritas del otro dia y los trozos de pizza de hoy no me animo mucho.

Bueno... a las dudas del otro día en quien es tu señora hoy parece que esto se aclara: La anónima dice no tienes valor 112 dice no te cambies porfavor...en fin...yo solo por dar mal que dicen por mi tierra.
ma gutao la entrada.

Anónimo dijo...

Cazurro, por supuesto que todo son supuestos teóricos que por otra parte son los más divertidos. Los prácticos suelen acojonar...pero sigamos con el juego:

Si el trabajo es el de tus sueños..cambiate aunque paguen menos...Si te pagan una pasta indecente pero no te gusta...cambiate, ahorras y lo dejas.
Si el nuevo curro esta a una distancia razonable no te cambies..tu sabrás cual es tu distancia razonable.

El cambio de coche no. Para que vas a joder un coche nuevo? Agota el que tienes y ya lo cambiarás.

Operacion de rodilla sigue siendo no ahora. Si no se cura y eres más viejo y la necesitas para algo interesante, por ejemplo para agacharte al jugar a la petanca con los otros ancianitos pues ya lo pensarás.

Lo de los colores es una chorrada..seguro que tienes la casa pintada de blanco.

Judo para defenderte? Dentro de unos años si entra alguien a violarte´...ten por seguro que tus hijos no estaran en casa. El judo sigue siendo no.

El cambio de sexo sigue siendo no. Demasiado facil lo del implante.

Montar muebles de ikea seguro que daria sentido a tu vida....pero no elevaria tu escasa autoestima...hasta yo soy capaz de hacerlo.

Hare krsina no.....y ademas debajo de las tunicas no llevan nada...y en León hace mucho frio por lo visto...y ¿ Sabes que les pasa a los tios con el frio? A lo mejor ahi si que necesitabas implante.

Es facilisimo.....

Your turn.

Cazurro dijo...

Como estoy de padre soltero y los críos me están dando la noche, voy a aprovechar un rato de tregua para contestar, ya que no puedo dormir.

NáN, mensaje recibido: hay que escuchar a Serrat antes de decidir pintar o no el piso.
(gracias)

María, el niño ha heredado mis nulas aptitudes para el baile, así que mandarlo a ballet sería casi una crueldad. Divorciarme no entra en mis planes, pero de estas cosas uno es el último en enterarse. En ese caso, lo de la vida loca iría cobrando fuerza, supongo. Lo de Belén Esteban lo iría descartando desde ya mismo: yo no le hago ascos a nada (y me han dicho que Sálvame paga muy bien), pero no creo que sea su tipo.

Niño, que sepa que su ex novia se sentirá ofendida por su amnesia. Será un placer indicarle sitios para tapear. Ahora me pongo a ello.

Chico, pues no es mala idea, un post de sitios de buen yantar en León. Así les dejo contentos al Niño y a usted. Respecto al tema de la anónima (o anónimas, que me da que hay más de una), 112 y mi mujer, no haga conjeturas apresuradas y sin fundamento. Que si los caminos del señor son inescrutables, de los de las señoras mejor no hablar.

Anánimo, te contesto aparte, que esto está quedando muy largo.

Cazurro dijo...

Anónimo, vamos allá.

Mi sueño es no trabajar.
Si me pagan una pasta indecente, me pedirán que haga cosas indecente. Y uno es muy suyo para según qué temas.

La distancia razonable depende de si cambio el coche o no.

Para qué coger un coche nuevo? Entre otras cosas para no partirme los cuernos con el viejo, cuya dirección últimamente parece discrepar de las órdenes que le transmito a través del volante.
Y para fardar y eso, claro.

La rodilla puedo dejarla para más adelante, por supuesto. Pero es que soy un poco caprichoso y me apetecería hacer cosas con ella ahora. Como andar, por ejemplo.

Mi piso es un glorioso muestrario de tonos cálidos, neutros y fríos. Tienes colores y tonos para aburrir. Y a los niños no sé, pero a mí me está empezando a afectar, me temo: no estoy diseñado para vivir en un arcoiris.

Si dentro de unos años entra alguien en mi casa para violarme lo único seguro será que está ciego o tiene el criterio seriamente averiado. Aunque en realidad el motivo de mandar al niño a judo no es la futura defensa del hogar, sino la mía: su juego favorito es pelearse (en broma) conmigo, pero ve tantos dibujos de superhéroes que se está convirtiendo en un peligro. El judo seguro que es mucho más suave. Me valdría incluso el kickboxing, fíjate.

El cambio de sexo sigue siendo algo a valorar. No quisiera morirme sin poder decirle a alguien, alguna vez, "hoy no, que me duele la cabeza". Y lo del implante es cualquier cosa menos fácil: la cirugía vascular es una cosa muy seria.

Mi autoestima es escasa, pero muy sensible: cuando hago una cosa bien (o menos mal que de costumbre) crece que da gloria verla. El hecho de que tú montes muebles de Ikea no me desmotiva, porque no conozco tus habilidades y no puedo juzgar la hazaña en su verdadera magnitud.

Las túnicas parecen calientes (100% algodón), y estar dando saltos tocando el pandero seguro que te hace entrar en calor. En el peor de los supuestos, no irás a compararme una criocastración con el goce supremo de contemplar el verdadero rostro de la octava (o novena, que he leido el folleto por encima y me lío) reencarnación de Vishnú. Dónde va a parar.

Supongo que es tu turno, pero, por favor, piénsalo con calma. ¿Estás seguro de querer jugar a esto con un cazurro? Porque podemos llegar al infinito, como poco (cuando no me alcance el ingenio tiraré de cazurrez y listo).
Y el infinito, lo digo por si eres de letras, queda bastante lejos, y está lleno de parelelas que se cruzan y cosas así de extrañas.

Tú decides, que para eso eres libre.

Anónimo dijo...

Cazurro, es mi turno efectivamente...pero tendrá que ser mañana...ahora mi ingenio podía desbordarse hasta el infinito y más allá y no tendría ni la mitad de gracia.
Mejor me iré a disfrutar del reposo del guerrero.

Criocrastacion...bonito palabro y muy gráfico, primero se pone azul, luego echa humor.
, luego morado y al final se rompe, no? Suena curioso.

Lo del cambio de sexo y "hoy me duele la cabeza" sigue siendo demasiado fácil.

Doctora Anchoa dijo...

¡Nooooo! Cuando digo mayores quiero decir "mozos". Venga, confiesa, qué tienes, ¿veinticinco?