viernes, 22 de octubre de 2010

SABER, SENTIR...

Vivimos en un mundo complicado, en el que las certezas se nos escapan entre los dedos. Es muy difícil estar seguro de algo, y los relativismos acechan detrás de cualquier esquina. La información acerca del mundo que nos rodea nos llega tamizada por un infinito sistema de filtros, lo que en ocasiones la distorsiona hasta el punto de hacer aconsejable no tomársela demasiado en serio. Nada es lo que parece, y todo depende de quien te lo cuente. Ni siquiera te puedes fiar de tus propios ojos, de tus propias percepciones. El mundo no se ve igual en un momento de depresión que en un momento de euforia, del mismo modo que las calles de una ciudad no tienen el mismo aspecto vistas desde un callejón oscuro o desde la planta noble de un rascacielos. Cuestión de perspectiva. Del punto desde el que se mira.


Todos tenemos nuestro lugar en el mundo. Podemos (y debemos) hacer un esfuerzo por aislarnos de él, para tratar de ver las cosas con el máximo de objetividad. Pero es una empresa harto difícil. Somos lo que somos, en parte, por el innumerable rosario de experiencias que hemos vivido, que nos han traído hasta aquí. Cada uno tiene las suyas, y cada uno las ha vivido a su manera. Esas experiencias han formado lo que somos, y han conformado, también, nuestra forma de ver lo que nos rodea. Es muy difícil aislarse de sí mismo, así que todos vemos las cosas a nuestra manera. Y, dado que todos necesitamos alguna certeza (el relativismo absoluto es, posiblemente, el camino más corto hacia la locura), nos quedamos con esas certezas que nuestra manera de ver las cosas nos hace ver como tales.


Me da la impresión de que lo que hacemos todos, en realidad, es escoger una opción cómoda. Si no podemos saber la verdad, al menos tenemos una versión de la verdad que se ajuste a nuestro yo, a nuestro aquí, a nuestro ahora. Podremos tener los datos (o la interpretación de los datos) que necesitamos para sobrevivir un día más en nuestra parcela del mundo. Esto es bueno y esto es malo. Vosotros sois los amigos, y ellos los enemigos. Este es mi bando, y ese es el contrario. Y tira millas.


Sin embargo, tiene que haber algo más. Algo que hace que en ocasiones un dato, una frase o una sensación se te encasquille en los engranajes, y la vida chirríe. Algo que, a ratos, hace que sientas que no eres tú el que está viviendo tu vida. Son esas ocasiones en las que sientes que algo no va bien, porque no encaja con nada de lo que sabes.


Alguien que no recuerdo dijo una vez que el hombre no está hecho para la derrota: puede ser vencido, pero nunca será destruido. Esta frase es un claro ejemplo de una certeza que encaja con mi vida, pero no conmigo. Porque hasta ahora he sobrevivido a lo que me ha tocado pelear, pero nunca me he sentido a salvo de la derrota.


Otro alguien (en esta ocasión sí que lo recuerdo: fue Roberto Bolaños) dijo que el hombre está condenado sin remedio a la derrota. Que lo único que podemos hacer es saltar a la arena y pelear sin pedir cuartel, porque de todos modos no te lo darían. Así que toca pelear sin otra esperanza que conseguir una derrota digna. Esa es la única victoria a la que podemos aspirar.


La frase de Bolaños es un ejemplo de cómo algo puede encajar con tu manera de sentir, pero no contigo. Porque esta frase no tiene nada que ver conmigo, ni con mi vida (que iba a tener yo en común con un poeta chileno exiliado y con pintas de acabar siempre de levantarse de la cama; ni siquiera me gustan sus novelas…), pero yo también pienso así, a veces. Y no puedo evitar estremecerme . No puedo evitar pensar que quizá Bolaños acertó a ver, detrás de sus gafas de miope triste, lo que nos espera a todos. Lo que a todos nos toca, tarde o temprano: pelear como podamos, o como sepamos, y perder de la mejor manera posible. Quizá Bolaños tuviera razón. Después de todo, sabía de lo que hablaba.


Me temo que me está quedando una divagación sin demasiado sentido. No soy demasiado bueno explicándome, y muchas veces tengo que tomar prestado lo que otros han dicho por mí. Lo que trato de decir es que hay veces que sientes que algo es verdad, y hay veces que sabes que algo es verdad. Y no es lo mismo saber que sentir. En absoluto.


Porque es mucho más fácil vivir enfrentándose a lo que uno sabe que vivir a contracorriente de lo que uno siente.



PS: La imagen es de Escher. Otro tipo que sabía expresar muy bien que no siempre las cosas son como parecen ser.

7 comentarios:

112 dijo...

A mi lo que me vale es saber que es verdad lo que siento.

El niño desgraciaíto dijo...

Interesante reflexión, pero no te equivoques. El relativismo no es bueno en cuestiones morales. Puede que se deba a mi educación cristiana, aunque ahora soy ateo, pero a mí me enseñaron que lo que está mal, está mal independientemente de los resultados. Robar está mal y no vale justificarlo diciendo que eso ya se lo cobran los supermercados o cosas así.

Tratar sin respeto a las personas está mal. Matar está mal, etc.

Sí hay certezas sólo hay que buscarlas.

Es cierto que cada vez, ya lo decía Umberto Eco, hay más abundanciade información, pero no de información veraz lo que hace que estemos rodeados de datos, pero desinformados o confundidos.

Hoy en día no se juzga si algo es bueno o malo en sí, sino si esto me parece bueno es bueno y si esto me parece malo, es malo.

En fin, divago.

Cazurro dijo...

112, me parece una buena política.

Niño, yo no digo que el relativismo moral sea bueno. Sin embargo, creo que nos afecta a todos. Lo que consideramos verdades absolutas se debe en gran parte a nuestra educación. Pero ese es otro debate, y no son horas. Tal vez otro día.

Lo que quería decir es que, en ocasiones, nos vemos en la encrucijada de ser fieles a nuestra vida o a nosotros mismos.

Sé que no me explico bien, pero yo me entiendo.

Y supongo que Bolaños también lo hubiera entendido.

El niño desgraciaíto dijo...

Entiendo lo que dices. Pero a fin de cuentas la vida es elegir. Lo que pasa es que cuando hay gente que depende de ti, léase hijos, y gente que te quiere mucho, léase esposa, tus deseos pasan a un segundo plano, pero son deseos inmediatos porque tu verdadero deseo es y fue estar con ella y tenerlos a ellos por lo que no hay una traición entre tu vida y tú. Ellos son tu vida.

A mí, por ejemplo, en la última semana me han ofrecido irme a un congreso a Sao Paulo, dentro de una semana a Dresde y dentro de dos a París. Si no tuviera familia estaría encantado de ir, pero no voy, bueno, a algún sitio me tocará ir, proque estoy encantado de tener familia.

Puede que tampoco me explique.

Doctora Anchoa dijo...

Me ha parecido muy interesante, y me ha intrigado un poco, lo de elegir entre ser fieles a nuestra vida o a nosotros mismos. Para mí, depende de lo que esté en juego. De cualquiera de las maneras, mal cuerpo se te quedará, lo suyo es valorar con qué decisión se pierde menos...al final va a ser verdad, de alguna forma perdemos siempre.

el chico de la consuelo dijo...

ND consiguete el artículo de ayer domingo 24 que habla precisamente sobre ese concepto de moral y relativismo. No quiero decir que esté de acuerdo con él, pero es cierto que de prada lo cuenta muy bien.

Lo he pillado a la primera y te lo enlazo.
articulo de prada

El niño desgraciaíto dijo...

Me lo he leido y es interesante, quitando la pedantería de de Prada, pero es que esa viene de serie.

Yo no creo que haya que tener un principio sobrenatural sobre el que basar la moral, porque eso sería afirmar que somos incapaces de ser buenas personas por nosotros mismos y eso, que puede ser verdad, es muy triste da admitir.

A pesar de todo, yo creo en las buenas personas y en la rectitud de principios.