viernes, 15 de octubre de 2010

TÁPAME, TÁPAME, TÁPAME...

León es una ciudad que, como todas, tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Entre sus inconvenientes están los leoneses, principalmente. Entre las ventajas… no sé. Alguna habrá, supongo, pero ahora mismo no se me ocurre nada de especial relevancia. Así que hablaremos de comida, que las penas con pan son menos.

En general, aquí se come bien. Entre bien y muy bien, diría yo. Pero se come de muchas y muy distintas maneras. Una de las más típicas es hacerlo tapeando.

Aprovechemos la coyuntura para deslizar una anécdota sobre el tema (seguramente apócrifa, como casi todas las que conozco). Cuentan que un buen día el rey Alfonso X el Sabio, debido a algún problemilla de salud, consultó con sus médicos, que le recetaron frecuentes tragos de vino (ole los médicos del siglo XIII). El monarca, que por algo era sabio, decidió que el remedio molaba, pero que no era cuestión de que la gente viera a su rey constantemente borracho, así que se hacía servir el vino acompañado de un pequeño bocado, para que los efectos del alcohol fueran menores. La cosa parece que funcionó, y el buen Alfonso ordenó que, de ahí en adelante, en las tabernas, mesones y demás sitios de ese estilo se sirviera el vino al respetable acompañado de un bocado que “tape los efectos del licor”. El bocado en cuestión comenzó a recibir el nombre de tapa, y se popularizó con bastante rapidez (por aquí somos muy bien mandados para lo que nos interesa), llegando a nuestros días.

Historietas al margen, las tapas en León son una cosa muy seria, créanme. El hecho de tener zonas en las que los bares están muy concentrados produce un curioso efecto: una competencia feroz. Y dado que los consumibles líquidos son bastante parecidos en todos los sitios, que los precios son muy similares y que las camareras se miran pero no se tocan, lo que decanta la balanza a favor de uno u otro local son las tapas. Esto da lugar a una especie de carrera armamentística en versión gastronómica que hace las delicias del público. Por una vez, el libre mercado funcionando como Dios manda.

Con el tiempo, algunos locales se han especializado tanto que la fama de sus tapas trasciende el tiempo y el espacio. Ejemplo típico el de Casa Blas, que se ha convertido en un clásico en la ciudad a base de ofrecer de tapa patatas fritas, picantes o sin picor (que pueden parecer poco glamurosas, pero, oigan, uno no aguanta en el negocio más de treinta años si el género no es bueno). O las tapas de pizza de La Competencia, otro referente en la ciudad. O La Bicha, o La Imprenta Casado… o tantos otros.

Pero vamos a poner un poco de orden, para que esto pueda servir como una mínima orientación por si alguien se decide a venir un día a conocer León y la visita al MUSAC no le revuelve demasiado el estómago. Lo ideal sería conocer el Barrio Húmedo, sito en la parte vieja de la ciudad, a cinco minutos escasos del León monumental, además. Para eso, nada mejor que un paseíto desde la Plaza de Santo Domingo, centro neurálgico de la ciudad, por la Calle Ancha, peatonal y tranquila, que nos conduce a la Catedral. Ya sé que estamos hablando de comer, pero la contemplación del viejo templo gótico debería ser obligatoria. Y si el día es soleado, no se pierdan una visita al interior, porque el espectáculo de las vidrieras es impresionante. Piensen, además, que el paseo les servirá para abrir el apetito.

Una vez cubierto el expediente cultural, vamos al meollo de la cuestión. Al salir de la Catedral, cualquiera de las calles a nuestra izquierda nos llevarán al Barrio Húmedo. Allí vamos a encontrar tropecientos mil coma cinco bares organizados, principalmente en torno a la Plaza de San Martín. Y ya pueden dar rienda suelta a sus instintos: los más sublimes y los más perversos. Porque la variedad de ambientes y tapas hacen difícil que no se pueda encontrar un local en el que estar a gusto, por rarito que uno sea (y se lo dice un tío raro donde los haya). Mención especial (aunque esto es una opinión personal, y hay gustos para todo), para las tostas con morcilla de La Bicha, las patatas de La Patata, la pizza de La Competencia y los boquerones de La Imprenta Casado (estos tres últimos no están en la misma plaza, pero los encuentras a menos de cien metros). Los fines de semana, si el tiempo acompaña, es una gozada darse un paseo por El Húmedo (denominación local, por si quieren hacerse pasar por indígenas del lugar), y tomarse unos vinos o cortos de cerveza tapeando. Si después de cinco locales todavía tienen arrestos para meterse una comida de dos platos y postre, contarán para siempre con mi más rendida admiración.

Otra opción es el Barrio Romántico. También está cerca del punto de inicio, Santo Domingo, en dirección a la Basílica de San Isidoro. Como no todo va a ser comer, pueden echarle un vistazo. Es un templo románico, con un museo más que interesante, y en él se encuentra el Panteón de los Reyes de León, con pinturas en el techo que le han merecido el apelativo de Capilla Sixtina del Románico (para mí que se pasaron un poco, pero mi criterio artístico es discutible, así que tampoco me hagan mucho caso). Allí, frente al Parque del Cid, encontrarán un buen puñado de bares y restaurantes. Suele ser un sitio más tranquilo que el Húmedo, que las noches del fin de semana puede llegar a estar un poco agobiante. Sin embargo, algunos de los locales de la zona no tienen nada que envidiarle a su húmeda competencia. El Tizona, El Camarote Madrid, El Rosetón… Mi preferido, el León Antiguo, con una bonita colección de fotos antiguas de León, como su nombre indica, decorando las paredes. Las tapas, espectaculares, aunque últimamente están cayendo demasiado en el pecadillo del diseño y la pijotería.

En esta zona pueden encontrar después un par de locales tranquilos donde tomar una copa charlando. De los garitos donde la música impide cualquier comunicación que no sea gestual no les puedo hablar mucho, la verdad, porque hace ya un tiempo que me retiré de esos ambientes, y ahora me van cosas un poco más relajadas, como El Gran Café o el Haddock. Se puede hablar sin dejarse la garganta, y preparan las copas bien. Sin florituras, pero bien.

La otra opción de tapeo, si hablamos de las zonas típicas y en las que se encuentran los locales más juntitos, es el barrio de Eras de Renueva, en una zona mucho más moderna de la ciudad. Está al ladito del MUSAC, por lo que desaconsejo la visita a la zona, pero si se ven con fuerzas para evitar la tentación de entrar en semejante engendro y salir con las neuronas dañadas para siempre (y con la sensación de que alguna gente tiene un morro que se lo pisa, y de que la definición de la palabra arte se ha ensanchado peligrosamente, y…. mejor no sigo, que se me calienta la boca), por allí encontrarán algunos locales que, justo es reconocerlo, se curran una barbaridad el tema de las tapas. Si se dejan caer por esos pagos, no dejen de visitar el Cruz Blanca.

Pero como hay gente para todo, por si ustedes son de los que piensan que no sólo de tapas vive el hombre y prefieren contentar a sus estómagos delante de mesa y mantel, no podían faltar una mención de algunos de los mejores restaurantes de León. Al menos, de los que más me gustan a mí, que no es que tenga mucho criterio tampoco para comer (me estoy dando cuenta de que no tengo criterio para casi nada; qué triste)[1]. En la zona del Húmedo, en plena plaza de San Martín, está El Racimo de Oro, sin duda mi preferido. El sitio en el que he comido quizá el mejor solomillo de mi vida. Simplemente impresionante. Por allí cerca anda también el Vivaldi, con una cocina un poco más de autor, y La Bodega Regia, con una decoración muy lograda y una comida a la que, aparte del precio, es muy difícil encontrarle pegas. Al ladito de la Calle Ancha, muy cerca de los anteriores (y de la Catedral), se encuentra el Zuloaga, que tampoco es mala opción. En Eras de Renueva, si se sienten más aventureros o quieren probar otro tipo de restaurante, pueden probar a comer en Cocinandos. Lo malo de este local es que allí no puedes elegir la comida: cada día hay un menú de varios platos, y si te gusta bien, y si no, también. Lo bueno es que siempre te gusta.

En fin, que si alguien decide venir a León (qué sé yo , ingenieros liberales de 1,90, o ingenieras con programa de centrifugado ultrarrápido, o abogados aragoneses con tendencia al insomnio), espero que no acabe con hambre.

Y si acaba, que no sea por mi culpa.

Que lo disfruten.
PS: Mis disculpas a los que no están. Pero les aseguro que los que están, son.

[1] Pese a mi falta de criterio, y para que valoren en su justa medida la recomendación, los restaurantes citados son de esos sitios a los que uno llevaría a una señorita con la que quisiera tener después algo más que palabras (ustedes me entienden): el resultado no está garantizado, pero casi.

14 comentarios:

Doctora Anchoa dijo...

Mis padres han estado en León este puente y han venido emocionados, tanto por la comida como por la ciudad en sí.

La de la ventana dijo...

Aunque no esté incluida en la lista de ingenieros varios, algún día iré a León.

Gracias por la información.

el chico de la consuelo dijo...

Mil graciasssss esto si que es un post de los buenos.
Hace 8 o 10 años que no voy por León. Así que imprimo, guardocomo y trato de convencer a la parienta para ponerlo en práctica, (lo de la señorita dada mi estricta moral y mi delicada edad casi que lo dejamos)

P.D-. Licenciado en derecho, exopositor y colegiado sin ejercicio nada más.

Anniehall dijo...

Mil gracias Cazurro. Aquí nos tienes reposando del laaargo viaje (ha sido eterno, créeme) en el hotel y abriendo boca con el post. Además hoy nos hemos castigado sin comer así que vamos muy dispuestos.

Si no fuera porque vamos con más gente del bodorrio ya me empeñaba yo en vernos las caras.

Gracias de nuevo.

El niño desgraciaíto dijo...

Muchas gracias, señor Cazurro. Intentaremos disfrutar con liberalidad del máximo posible de lugares de los que nos ha señalado.

No caeremos en la tentación del MUSAC, aunque habrá gente que lo haga. Nos decantaremos por El Húmedo y sus cortos de cerveza.

Sabrá usted que hay otra historia sobre el origen de la tapa que la sitúa hace casi 200 años en una taberna de Cádiz. En fin, hay historias para todos los gustos.

Muchas gracias de nuevo. Hablaba usted de que una de las cosas malas de León eran sus habitantes, pero al menos usted es un auténtico caballero. Muchas gracias de nuevo y nos vamos a disfrutar de sus recomendaciones.

Anónimo dijo...

Q clasicazo, Cazurro!! Definitivamente tienes q salir un poco más...

Lo siento, no puedo resistirme a añadir:

- "El Rebote" en la Plaza San Martín donde hay croquetas de pizza, de queso, de morcilla...ummmm

-"Las Torres" en la Plaza Pícara Justina donde dan LAS PATATAS, con ese toque ligeramente picante...¡¡para mi las mejores del mundo mundial!!

Por cierto, el día 30 tienes la oportunidad de conocer otro restaurante, reirte un rato y saldar tu deuda salsera.


Vecina47

El niño desgraciaíto dijo...

Diez cortos de cerveza y tres gintónics después, con cierto espesor de cabeza en estos momentos tengo que decir que nos lo pasamos muy bien.

Según íbamos recorriendo el Húmedo me acordaba de sitios en los que habia estado, como el Flechazo, por ejemplo. Eso sí, hice el recorrido desde la plaza de la Bicha a la calle ancha como diez veces.

Muchas gracias, los gintónics en el haddock muy buenos.

Cazurro dijo...

Doctora, León es la gran desconocida. Me alegro de que tus padres se lo pasaran bien.

Teresa, eran (ejem) estereotipos al azar. Por supuesto, tú también serás bienvenida.

Chico,también hay un par de sitios para comer corzo y bichos de esos, que sé que te gustan. Lo de la señorita era solo para dejar claro de qué tipo de locales hablábamos. Y en el CV te has olvidado de incluir lo de pivote balonmanero, que también tiene su aquel.

Annie, espero que disfrutéis todo el fin de semana (además, el tiempo parece que acompaña). Lo de vernos las caras (que además suena muy amenazante) no hubiera podido ser de ninguna manera: tengo el cuello delicado y el médico me ha prohibido mirar hacia arriba.

Niño, supongo que se refiere a la anécdota de Alfonso XII (o XIII, no recuerdo bien). Me gusta más la del Sabio, pero por 2 o 3 Alfonsos no vamos a discutir.

Lo dicho, que disfrutéis.

Vecina, puede que tengas razón en lo de salir más, no te digo que no. Pero si lees con atención, hablaba de mis gustos personales, y a mi las croquetas... De acuerdo en lo de Las Torres, pero queda un poco lejos del Húmedo.
Deuda salsera? Io non parlo spagnolo, excusi.

Anónimo dijo...

A mi me mola León en invierno.Con niebla y tanto frío que se congelan las fuentes.

NáN dijo...

Pues que sepas, Cazurro, que el 7 de noviembre pasaré la tarde en León, para irnos al día siguiente al pueblo, que con el frío y los hayedos es imperdonable no ir en ese mes.

No tendré mucho tiempo (el coñazo de la familia, ya te imaginas), pero sí me encantaría pasar un rato en Blas contigo.

Miraré en tu perfil, a ver si tienes dirección de mail. Si no, busca en el mío y me escribes.

En cuanto al tema, soy de muy poco comer (en variedad y en cantidad), así que con las tapas de tres bares ni se me ocurriría entrar en un resturante a tomar un caldo. Menos todavía dos platos y postre. Pero cuando lo he hecho (sin tomar ninguna tapa antes), aunque he dejado los platos a medias he quedado más que satisfecho.

Lo del MUSAC te lo discutiría. El arte actual no es más que reflexión, y he reflexionado allí muy a gusto. No fue más que una obra faraónica para darse pote en una zona que culturalmente es, si me lo permites, bastante tranquila y atrasada. Pero el azar manda. Y quiso el azar que las buenas exposiciones se programan ahora con 7 y 10 años de antelación. No teniendo qué exponer, algún Director avispado vio que la única salida era lo más moderno, que se puede contratar con un año, y así León tiene unas obras que me interesan muchísimo más que lo que puedo encontrar en Madrid, donde todo tiene el marchamo de "obra de valor reconocido". Prefiero el riesgo del MUSAC, con exposiciones-fracaso junto a fresquísimas propuestas.

He dicho. Hala.

Y tú y yo, ¡a las patatas picantes y la conversación!

Anniehall dijo...

Gracias otra vez, Cazurro. Nos lo pasamos fenomenal y tus recomendaciones nos convirtieron en los amos de la preboda :)

La morcilla, las patatas, la pizza, el chorizo, las cañas bien tiradas y las copas bien servidas fueron excelentes.

Que se mejore usté de lo suyo para la próxima, que no se escapa.

Me encantó la ciudad, lo que vi de ella. Maravillosa la Catedral y estupendo el Hostal.

El niño desgraciaíto dijo...

Bueno, la anécdota que yo oí y además no hace mucho era que había sido Fernando VII (el rey felón) en 1823 desterrado en Cádiz y en la taberna del Ventorrillo.

Lo decía el dueño de la taberna en el programa de TVE de un país para comérselo.

En fin seguro que la misma anécdota vale para varios reyes y prefiero a Alfonso X, uno de nuestros mejores reyes como inventor de la tapa que al peor rey de la historia de España.

el chico de la consuelo dijo...

Es verdad cazu añado a mi cv: expivote cegato de balonmanno y guardaespaldas de michael jackson.

P.D-. Gran actuación de Quinteros contra el Granada el domingo pasado.

Cazurro dijo...

Anónimo, me caes fatal. Yo odio el frío, y los amigos de mis enemigos...

NáN, sí que tengo correo en el perfil, así que ya hablaremos. Eso sí, de cualquier cosa menos del MUSAC.

Annie, de nada. Me alegra que lo pasárais bien, pero dejad ya de hablar bien de León. Que se me va a llenar esto de gente, caray...

Niño, yo conocía una anécdota de Alfonso XIII, también en el Ventorrillo. Por lo que se ve, los dueños del local tienen una larga tradición de trato con la realeza y un hábil manejo del autobombo.

Chico, no sé qué me da más miedo: si su pasado de pivote o su experiencia como pretoriano del difunto Jacko.
PD: Quinteros es muy bueno. No podía ser de otra forma, habiendo jugado en León.