Nunca me ha gustado Septiembre. Es el mes en el que la sensación de que empieza el año se me hace más patente. Esto quiere decir que voy con nueve meses de retraso, o bien con tres de adelanto, pero este desfase tiene su explicación: Septiembre simboliza el final del verano, el comienzo del curso y, con él, el pistoletazo de salida para una larga temporada de frío, rutina y monotonía.
Es curioso, pero yo nunca he sentido la cuesta de Enero. Para mí eso es simplemente un invento de El Corte Inglés. Sin embargo, la sensación de estar en el punto de inicio de una escalada desmoralizante siempre ha estado asociada al comienzo del curso. Antiguamente, porque yo mismo tenía la vida organizada con el calendario escolar (mi calendario escolar), y ahora porque la vida comienza a estar organizada con el calendario escolar de mis hijos. Siempre he sentido estos meses del curso escolar como una carrera de fondo, y el punto de partida de una carrera de fondo es un lugar muy solitario. Estás tú solo, con la única compañía de tus fuerzas y con un pavoroso panorama por delante. Dentro de poco, además, comenzará a hacer frío. No, definitivamente, no me gusta Septiembre.
Es el mes en el que comienzan los cambios. Vale que son los mismos cambios de todos los años, y al menos no te pillan por sorpresa. Vuelven los niños, vuelve el frío, vuelve la gente de vacaciones, vuelven los atascos, vuelve el fútbol (no todo iba a ser malo), vuelve a incrementarse (mucho) el ritmo de trabajo… Pero, sin poder evitarlo, me pongo de mal humor. Bueno, no exactamente de mal humor. Me pongo un poco mustio. Sé que no voy a poder explicarlo, así que ni siquiera lo intentaré. Dejémoslo así: mustio. Y que cada cual lo entienda como quiera.
Alguien me definió Septiembre, hace algún tiempo, como un mes con 30 lunes. Y, la verdad, todavía no he encontrado una definición mejor que esa. No es necesario decir que el lunes no es mi día favorito, ¿verdad? Porque el lunes, o septiembre, que tanto da, siempre es un comienzo. Y el comienzo de algo siempre implica el final de otra cosa. Para alguna gente, el comienzo es un periodo de ilusión ante lo que vendrá. Para mí, es un periodo de análisis de lo que se fue, y no siempre el resultado del análisis es para tirar cohetes. En cualquier caso, los comienzos nunca me han gustado. Prefiero pisar el terreno conocido de lo que ya ha pasado. El incierto futuro no suele inspirarme entusiasmo, sino aprensión. Supongo que prefiero la melancolía a la incertidumbre. Cada uno es como es.
Así que ahora comienzo la semana en la que todo comienza. Incluso tendré una boda (como bien expresó mi hermano cuando se lo dije: ¡otra boda!), que no deja de ser una especie de alegoría al inicio: una ceremonia que supone el inicio de algo (una vida en común, un proyecto, un esfuerzo, un camino al divorcio,… lo que sea que acabe resultando, comienza con la boda). Y, por si fuera poco, esta mañana, de camino al trabajo, el mp3 del coche me ha soltado a bocajarro la canción más apropiada para mi estado de ánimo. Ya se figurarán cual. Exacto: ésta.
Esta canción siempre me ha gustado. Habla de una chica que se volvió loca un lunes, sin motivo aparente, y se dedicó a tirotear a sus compañeros de colegio. Cuando le preguntaron por qué lo había hecho, se limitó a contestar: no me gustan los lunes.
Mis compañeros pueden estar tranquilos, porque yo no llego a esos extremos (todavía). Pero, de alguna manera, siento que entiendo un poco a esa chica: a mí tampoco me gustan los lunes.
Ahora tengo que soportar 30 seguidos, así que habrá que armarse de paciencia y echar mano de los recuerdos acumulados durante el verano. Y no me vendría mal estar muy ocupado, además: el tiempo libre en Septiembre puede resultar muy peligroso.
3 comentarios:
Fíjate, yo soy del grupo contrario: de las que esperan septiembre con ganas, de las que disfrutan con los comienzos, de las que prefieren los amaneceres a los atardeceres.
Y también me gustan los lunes.
Te gusta Septiembre? Bueno, como hubiera dicho no sé qué torero (jo, estoy fatal con las citas, ultimamente): hay gente pa tó.
De todas formas, no vamos a discutir por esto. Quédate con Septiembre, y los meses de verano para mí. Ah, y te doy los lunes a cambio de los domingos.
Hace?
A mi me gusta septiembre (y octubre mas) porque acaba el calor asfixiante, pero aun hace bueno, por la luz, por el otoño, por la nostalgia...
Sera porque hace años que no tengo lunes, ni principios de..., ni cuestas, y mi ritmo laboral es la asuencia de ritmo, y mis capitulos son tan cortos como relatos muy cortos y tengo tantos principios y finales que no los recuerdo.Por eso no envidio tus lunes ni los quiero para mi.
Al final, lo que cuenta son los estados de animo, mas que los meses o las estaciones.
Por la ocupacion no te preocupes, seguro que a tu mujer se le ocurren muchas cosas.
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