lunes, 31 de mayo de 2010

FANTASÍA vs REALIDAD: ENFERMERAS

La semana pasada tuvimos que hospitalizar a mi hijo pequeño. Llevaba unos días con una fiebre de caballo y al final, como los médicos no se aclaraban, decidieron dejarlo ingresado y hacerle algunas pruebas. No ha sido nada, algún virus de esos graciosetes que andan sueltos por ahí, con ganas de cachondeo, y aprovechan con los pequeños porque con los mayores no pueden.

En total estuvimos 3 días en el hospital, lo que sirvió para que el enano se pusiera bien (sin que los médicos tuvieran nada que ver en ello) y para que uno de mis iconos eróticos tradicionales, las enfermeras, sufriera un serio revés.

Y es que hay que reconocer el porno ha hecho mucho daño a la población masculina en general, y a mi en particular. Nos ha inflado mucho (entre otras cosas) las expectativas. Y luego, claro, te encuentras con la realidad y te metes una hostia como un piano. Porque las enfermeras de las pelis, con esos uniformes tres tallas menores de lo que el sentido común recomienda, con tacones de aguja, maquilladas para matar y con cara de vicio no existen. Vale, eso es algo que podría asumir, todos sabemos que el mundo de la farándula es un poco exagerado y que el cine y la televisión siempre nos presentan una imagen ideal de lo que hay por el mundo. Pero es que el contraste es demasiado brutal para no crear un trauma.

Porque, en lugar de una enfermera joven y sexy te encuentras una señora de 50 tacos, gorda y fea como un pie. En lugar de uniformes cortitos y sugerentes, con escotes vertiginosos, te encuentras una especie de pijamas diseñados para disimular cualquier parecido de la usuaria con una mujer. Y en lugar de caras de vicio te encuentras una gama de expresiones que varían entre el aburrimiento y la mala hostia, pasando por el “no molestes”. Demasiado hasta para la libido más calenturienta.

Por si esto fuera poco, te tratan como si fueras un cliente que no paga. No sé si es por desidia, por exceso de morro, por falta de cerebro o porque ellas son así, pero acercarte al control a pedir cualquier cosa es siempre una aventura. Lo más probable es que te las encuentres hablando de sus cosas, tan entretenidas, y puedes apostar a que tu interrupción no será bien recibida.

En nuestro caso, dado que el enano es alérgico a la leche y el huevo, y que los alimentos sólidos no le apetecían demasiado con 40 de fiebre, tuvimos que llevarle de casa un pequeño cargamento de leche y yogures de soja. Pero como esto necesita conservarse refrigerado, teníamos que dárselo a las enfermeras para que lo guardasen en algún lugar ignoto, de donde lo iban sacando previa petición nuestra.

Primer ejemplo: martes a las 9 de la mañana. El enano se ha despertado sin fiebre y con un hambre canina. Viene el desayuno, consistente en un zumo. El niño es pequeño, pero no tonto, así que te mira con cara de estar pensando “esto es una puta mierda, haz algo que para eso eres mi padre”. Así que vas al control y le dices al personal que es alérgico, que para eso hemos traído la leche de soja y que si serían tan amables de darnos un poquito para desayunar. Si hacen el favor. Miradas de odio y un desabrido “ahora se la llevo”. Cinco minutos más tarde, nos vienen con un minibrick de leche de soja, recién sacado del frigo. El enano y yo nos la quedamos mirando, con cara de sorpresa y con la repentina sensación bien de estar siendo víctimas de una broma, bien de estar en presencia de alguien en el límite (inferior) de la capacidad mental humana. Si nos la pueden calentar un poquito, pides amablemente. Es que al niño las cosas bajo cero no le gustan mucho para desayunar, ¿sabe usted? Más miradas de odio. Nos lo podías decir todo de una vez, comenta, en plan perdonavidas y tuteándome. Me dan ganas de preguntarle si ella calienta la leche para desayunar o la toma directamente del frigorífico, pero me contengo. El niño lleva peor lo de la contención, así que llora, grita y no la insulta porque aún no controla el idioma y le falta vocabulario, pero seguro que la intención la tenía.

Miércoles tarde, segunda parada del viacrucis. El enano tiene hambre, y no se conforma con la papilla de fruta que le han dado para merendar. Vale, voy a pedir un yogur. Me miran mal. Me responden con el consabido “ahora se lo llevo”. Le doy las gracias y ruego al cielo que sea antes de cenar. Cuando viene el yogur, portado por una enfermera gorda como un zeppelín, se le ha olvidado la cuchara. Se lo hago notar. Nuevas miradas de odio. Vuelve con la cuchara, pero se ve que el ejercicio la ha puesto de mala hostia y decide no ahorrarnos los brillantes pensamientos que se le han ocurrido durante el viaje.

-Tenéis que acostumbrarlo a comer de todo, que no podéis estar con esto del yogur toda la vida.

Ya, le digo yo, pero es que es alérgico a la leche, tiene la garganta inflamada y tiene dos años, así que pedirle un bocata de chorizo o un chuletón de buey me parecía un poco heavy, ¿sabe?

-Es que así no puede estar toda la vida.

Gran razonamiento, si señora. Pero eso explíqueselo usted a él cuando roza la leche de vaca y le salen unas ronchas del tamaño de una alfombra. Y luego me lo cuenta.

Nuevo bufido y mutis por el foro. Lo que la salva, probablemente, de morir apuñalada con la cucharilla.

Jueves por la mañana. Vienen a tomarle la temperatura cuando el niño, que se ha pasado la noche en vela con un fiebrón del 15 (durante el que, por cierto, las enfermeras han tardado 7 minutos en recorrer los escasos 10 metros que hay desde el control hasta la habitación con el termómetro, y 9 minutos en volver con una jeringa de jarabe para la fiebre) disfruta de su primera hora de sueño. Les digo que no tiene fiebre, que lo dejen tranquilo, que vuelvan más tarde, pero no hay manera. Lo despiertan, lo miran (36,1….huy, es verdad que no tiene fiebre) y se piran, dejándomelo encabronado y con hambre.

Jueves por la mañana, más tarde. Entra la gorda de ayer cuando el crío está sentado en la cama, dibujando conmigo sus superhéroes favoritos (él es el único que todavía piensa que yo dibujo bien). Nueva dosis de sabiduría de la enfermera.

-Ese niño es muy pequeño para estar sentado así.

-Ya, pero es la única postura en la que puede estar, porque el mobiliario está pensado para gente de 1,90 y él mide unos 80 centímetros. Además, usted es muy mayor para trabajar con niños, y está muy gorda para su edad, y yo no le digo nada.

Más miradas de odio. Nota mental: en adelante dar a probar a alguien todo lo que nos traiga esta enfermera antes de comérnoslo. Por si acaso.

Así que no me hablen de enfermeras, por favor. Ya he tenido mi ración por esta vida. Mejor me centro en mis otras fantasías tradicionales. Lo malo es que el tema de las colegialas se ha vuelto muy delicado desde el punto de vista penal (salvo que pertenezcas a la Iglesia Católica o alguna otra organización en la que el jefe supremo encuentre siempre algún artículo de fe con el que justificar tu conducta), así que sólo me quedan las ejecutivas.

Y, la verdad, viendo a las que tengo en el curro….

Igual me busco fantasías nuevas.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya ¿qué os han dado el fin de semana? o ¿qué no? porque Viveiró anda igual. Echale una ojeada al blog y te echas unas risas.

Ps:las que están buenas se las quedan los de la casa.

Anónimo dijo...

Ufff!!! ¡¡No puedo creerlo!!
Ofendidísima estoy como enfermera con todo lo que has escrito y también, que no se me olvide, con la foto ilustrativa que has puesto. ¡¡Han vuelto Esteso y Pajares?? ¡¡Qué cruz!!
Sólo a título informativo: el personal encargado de repartir la comida generalmente es un auxiliar de enfermería, también el que pone y quita los termómetros. Nota aclaratoria: no todas las mujeres que llevan uniforme blanco son enfermeras.
No dudo que hayas podido tener...llamémosle..."mala suerte" con el personal que trabajaba esos días en esa planta de ese hospital pero...seguro que también durante vuestra estancia, tu hijo y tú habéis sido destinatarios de un montón de CUIDADOS, atenciones, frases de cariño hacia el niño, amplias sonrisas...etc. que has olvidado contarnos.
Aunque hayas escrito todo esto… tendrás constancia de que hay enfermeras que no tienen tiempo ni de mear (con perdón) en las 7 horas que dura su turno, que tienen una carga de trabajo que alucinas y te aseguro que intentamos no perder la educación en ningún momento (créeme que en ocasiones yo mataría a más de uno con mis propias manos). En fin, no quisiera extenderme en este aspecto porque se hace muy largo.
Así mismo decirte que ese uniforme es lo más cómodo que hay para trabajar, que es a lo que vamos, no a levantar pasiones. Aún así creo que no hay enfermera en este mundo que no se haya llevado algún cachete en el culo por parte de algún abuelo demenciado o de alguno...no tan abuelo y no tan demenciado. ¿Alguien pretendería que los bomberos fuesen a rescatar personas entre los escombros en tanga? ¿Verdad que no?
Por último aclararte que, cuando la Universidad nos da el título para poder trabajar, no se contempla el ser delgada ni el ser menor de 50 años como créditos de libre elección ni de otro tipo.
Quiero creer que en la próxima visita al hospital, centro de salud…o similar (que espero tardes mucho en pisar porque significará que no tienes ningún problema de salud) tu visión y tus expectativas hacia la enfermería hayan cambiado.
O que al menos tengas a alguien cerca que te pueda ayudar a hacerlo porque es una penita mu´grande que tengas ese concepto de esta profesión tan bonita.


Moises47

Cazurro dijo...

Moisés47, vamos por partes.

Lo primero una disculpa: no era mi intención ofender a nadie. Sorry.

Lo segundo, una explicación: esto no era un comentario sobre tu profesión, sino sobre mis fantasías. Tengo claro que el problema es mío, por ir con expectativas equivocadas e imposibles de satisfacer, pero, qué quieres que le haga. La mente masculina es tan básica... Simplemente, traté de recalcar algunas situaciones un poco surrealistas para acentuar el contraste entre mis calenturientas fantasías y vuestra triste realidad laboral. Nada más lejos de mi intención que cuestionar vuestra capacidad o transmitir una mala imagen del gremio.

Y ahora notas marginales:
-Esteso y Pajares nunca se han ido; son algo consustancial al espíritu español, como el toro de Osborne.
-En lo del uniforme blanco tienes razón, también he visto mujeres de blanco en ...eh...las churrerías?
-Respecto a la comodidad, me han dicho que la licra es comodísima.
-Y qué decir del cachete en el culo: no sabes cómo me alegra comprobar que no se han perdido tradiciones tan entrañables como esta del piropo táctil.

Por último, una petición y un deseo:
-La petición: que el próximo comentario me lo escribas al volver de bailar y no antes, que supongo que estarás más relajada.
-El deseo: que lo paséis muy bien estos días (o, al menos, que sobreviváis a la sofoquina que hay por allí).

Ciao, vecina.

Anónimo dijo...

¡Perdonado te hayas! pero...para paliar los daños psicológicos causados, tendreis que animaros a venir con nosotros a tomar una copilla (invita la enfermería)y...¡¡saltar a la pista de baile!!
Te aseguro que al día siguiente publicarás algo, garantizado.

Moises47

Anónimo dijo...

Ups!!!Perdón!!Que me dí cuenta que he puesto "hayas" en vez de "hallas"

Moises47

Cazurro dijo...

Moisés47, vete pensando en otro modo de reparar el daño psicológico, lo de bailar me parece demasiado castigo para tan poca ofensa. En cualquier caso, una copa es insuficiente para que yo me anime. Y si por cualquier cosa (léase mucho alcohol) me animara o animase, al día siguiente estaría avergonzado, escondido en algún lugar oscuro...

Ah, y por la falta de ortografía no te preocupes, mujer. La verdad, ni me había dado cuenta. Debe ser la foto del post, que me baja la concentración.

pseudosocióloga dijo...

Que horror de sitio.
Respecto a las fantasias con enfermeras, TOOODOS los hombres cuando han sobrellevado un ingreso largo(de más de una semana) ha acabado por encontrar a la enfermera que le pone, es cuestión de tiempo.

Cazurro dijo...

Pseudosocióloga, en mi caso fue todo lo contrario: a mí me ponían las enfermeras antes. Las estancias hospitalarias se han encargado de arruinar mis fantasías.

Lo del horror no lo pillo, lo siento. Pero tanto si te refieres al hospital como si te refieres al blog, no me parece para tanto.

Anónimo dijo...

Me parece muy mal que hables asi de la profesión...
Estoy de acuerdo con muchas cosas que comento la enfermera, pero se que personitas como tu no lo entenderian...

Sara dijo...

Pues a mi me alegraste el día Cazurro, hasta ahora no puedo parar de reir, jejeje, me encanta la forma de narrar tu
"desventura hospitalaria" asi lo podemos llamar?? resulta que soy enfermera y a mucha honra y con mucho orgullo, pero muchas de las anecdotas o situaciones que nos cuentas tan jocosamente, medio en broma medio en serio, SI SE DAN, jajajaja y eso justamente es lo que más me causa gracia, como puede suceder con cualquier otra profesion, hay buenos y malos, aunque habemos muchas profesionales de la enfermería que si nos tomamos el trabajo con total seriedad y muchas de las cosas que comenta la enfermmera anónimo tambien estoy de acuerdo, por que tambien es asi. Además debo confesarte Cazurro un poco ruborizada por cierto que si existen enfermeras tal cual tu te imaginas en tus fantasias, y yo soy el ejemplo de eso jajajaja
Aqui en Perú se celebra el día de la enfermera el 30 de Agosto, estamos en plena festividades, bueno, fue un placer leerte desconocido, me alegraste el día, adios.