miércoles, 21 de julio de 2010

NIEBLA EN LOS ZAPATOS

Es de noche, y estoy solo. Camino por una calle ancha y solitaria. No sé a dónde voy, ni de donde vengo. Solo sigo caminando. Un pie tras otro, una y otra vez. Es fácil.

Me gusta pasear cuando hace frío, aunque odio el frío. La ciudad me parece menos inhóspita, y la luz no me hace daño. Me gusta pasear cuando las noches están bañadas de silencio, humedad y buenos propósitos.

Pero después de un rato, no sé para qué he salido de casa. Ni siquiera sé cual es muy casa. No puedo llamar hogar al triste cuartucho en el que paso el tiempo. No sé dónde estoy, ni dónde está mi casa. Supongo que mi casa soy yo. Que mi cabeza es el único hogar que siempre he tenido.

Llevo tres días sin afeitarme, y no me importa. ¿Qué día es hoy? ¿Domingo? Ayer era lunes, me parece, así que hoy es jueves. Y hace frío, y la gente me mira, y la niebla me persigue. ¿Por qué no puedo librarme de esta niebla que se cuela en mi cabeza?

Me cruzo con una mujer desconocida, y de repente me doy cuenta de que la quiero. La quiero como nunca he querido a nadie, y me siento feliz. Ni siquiera necesito decírselo. Sólo quiero reír, reír a carcajadas, alzar los brazos y girar, bailando con la niebla. La gente me mira. No me importa. Estoy loco. Soy feliz.

Pero, tan rápidamente como vino, la risa se va. Me quedo de nuevo a solas con mis fantasmas. Estoy solo. Hace frío. Tengo miedo. Y lo peor es que no sé de qué. Es un miedo atroz, húmedo, pegajoso, denso, plomizo. Se apodera de mí, y noto que mis huesos pesan una tonelada. Mi cabeza flota en la niebla, pero mi cuerpo está atado a este suelo sucio y mojado. De repente recuerdo el niño que fui, cuando era inocente y soñaba con el hombre que nunca llegaré a ser, y lloro antes de saber que estoy llorando, antes de notar las lágrimas resbalar por mis mejillas sin afeitar. Y pienso que quizá no sean lágrimas, sino la niebla de mi cabeza, que se escapa lentamente a través de los recuerdos de otros tiempos que desfilan ante mis ojos. Estoy cansado.

Vuelvo a casa desfilando ante la catedral. No hay dignidad en mi marcha. Me han derrotado, o me he rendido, o tal vez escapé antes de que la batalla comenzase. ¿Qué importa? Sólo tengo ganas de descansar. Me apetece beber, pero sé que no debo hacerlo, porque entonces el color rojo se enfadará, y me hará daño. Siempre me siento mal cuando el color rojo me habla. Creo que no le gusto. Creo que disfruta portándose mal conmigo. Arrinconándome al borde del acantilado. Él dice que es mi amigo, pero yo sé que miente, porque mis amigos están muertos: yo los maté. Los maté mucho antes de conocerlos, una noche como ésta. La catedral me mira, y me pregunto si las viejas piedras comprenderán lo que la niebla les dice acerca de mí. Yo no quise hacerlo, pero no tuve otro remedio.

El frío muerde. Subo el cuello de mi abrigo, meto las manos en los bolsillos, bajo la mirada. Mi aliento crea dragones en la noche. Los maldigo en voz baja, y sigo sin mirar atrás, caminando hacia el abismo de mi pasado, o de mi presente, o de mi futuro. ¿Qué más da? Todo yo soy un instante de eternidad. Infinito, inmutable, pavoroso. Soy infeliz, y no sé por qué. Estoy loco, y mi locura me derrota una y otra vez. Las pastillas no sirven. Mi familia no puede. Yo no quiero. Así es como debe ser. Aunque duela.

Entro en un bar, mientras el camarero clausura la noche poniendo las sillas sobre unas mesas brillantes, burlonas y pegajosas. Huele a tabaco y a sueños rotos, y pido un whisky. El tipo me mira mal. Me digo a mi mismo que no tiene la culpa, pero el color rojo pugna por salir. Puedo sentirlo, palpitando detrás de mi cráneo, agazapado, susurrante, dispuesto a la batalla. Vuelve a contarme la misma historia de siempre, pero ya no lo creo. Ya no lo puedo creer. Ya no puedo creer a nadie. Cállate, le grito. Cállate de una vez. ¿No ves que yo no quiero ser tu amigo? Estampo el vaso en el espejo que hay detrás de la barra. Se transforma al instante en mil pedazos de mí mismo, en una explosión que parece abrirme una puerta por la que el color rojo no puede seguirme. ¿Qué hay detrás del espejo? ¿De verdad quiero saberlo?

Me echan a la calle, y todo vuelve a ser igual que antes. No sé qué hago sentado en esta acera, llorando. No sé cómo he llegado aquí. No soporto el peso de mis huesos. Odio este frío de mierda. Odio estar loco, y odio todavía más estos ratos en los que no lo estoy y puedo darme cuenta de que sólo soy un puñado de niebla dentro de unos zapatos gastados y un abrigo viejo, a la deriva en una ciudad que nunca me quiso.

Me levanto despacio, sintiéndome cansado. Sigo llorando, pero estoy más tranquilo. Cada vez hace más frío. Comienzo a caminar, de vuelta a casa. Otra noche más. Otra noche más he dejado abierta la puerta, y mi cabeza se ha escapado, y han entrado los perros negros que gimen en mi interior. ¿Por qué no se callan? ¿Hasta cuándo durará esto? ¿Por qué no acabo de una vez?

De repente, en mitad de las lágrimas, del frío y de la niebla, la respuesta me asalta, nítida como un cuchillo: no acabará nunca. Porque yo no estoy loco. Yo SOY la locura.

Entonces, el miedo se va, y no puedo evitarlo: comienzo a reír. Es una risa insana, amarga, retorcida. Pero purificadora. Me siento bien. Y entonces le doy gracias a los dioses.

Porque he sobrevivido un día más en el infierno.
Porque sigo siendo niebla, pero ya no tengo miedo

10 comentarios:

En BCN hace calor... dijo...

Este es de lejos el post más interesante que has colgado de momento. No es para tirar cohetes, pero el tema está bien traído. Miedo, miedo, mucho miedo... Constatar que existe y vivir con él debe ser una auténtica tortura.Claro que, también hay gente, a la que las torturas le ponen.
Los otros tienden a ser impersonales y aburridos, y por cierto... la fijación con los abogados no es buena, el día que necesitas uno y te ayuda, empiezas a ver que bajo su capa de cucarachas suele haber una persona encantadora y buena gente. Es mejor no predisponerlos en tu contra, claro. Aunque conmigo ya llegas tarde (como abogado que soy, digo)..

Cazurro dijo...

BCN, me alegro de que lo encuentres interesante. Claro que no es para tirar cohetes. Yo no sé escribir como para eso, pero como terapia me sirve.

Coincido contigo en que los post son aburridos, pero no impersonales. Yo soy un tipo muy aburrido, y los post reflejan bastante bien mi personalidad.

No tengo ninguna fijación con los abogados, aunque parezca lo contrario (me doy cuenta de que he publicado dos post acerca de ellos en una semana, pero ha sido algo coyuntural). Era sólo hablar por hablar, y no quería molestar: todos los gremios tenemos nuestras "hazañas". Mis disculpas.

Eso sí, ahora espero no tenerte enfrente en algún juicio.

Sara dijo...

Veo por lo que escribes, que no andas muy fino, vamos que estas fatal, no es mejor poner el remedio para no estarlo tanto??'

El miedo atenaza te deja sin "palabras" pero lo que más miedo da, es que todos sabemos que hacer para no tenerlo, a veces es tan simple como dejarse llevar. Pero claro eso a veces da mucho miedo.

Animo

Cazurro dijo...

Sara, gracias por tu preocupación, y tu ánimo. Pero no estoy tan mal. Es sólo ficción. Tengo mucha imaginación. A veces, creo que demasiada.

Pero no he entendido muy bien tu razonamiento. Evidentemente, cuando estás mal, lo mejor es aplicar el remedio para dejar de sufrir. Pero, ¿estás segura de que siempre conocemos el remedio para el miedo? En ocasiones, el remedio de dejarse llevar puede crear más problemas de los que soluciona. Y si el remedio para el miedo también da miedo, ¿qué salimos ganando?

En fin, creo que estoy un pelín espeso. La sobremesa, ya se sabe.

De todos modos, gracias de nuevo por tu comentario. Y por el ánimo.

Sara dijo...

Vivir con miedo, no es adecuado, si el remedio también da miedo, hay que afrontarlo, si no,se vive en una mentira, y eso es enterrarse vivo.

Gracias a ti por contestar.

Cazurro dijo...

Sara, en mi opinión, enterrar la cabeza es una manera de afrontarlo tan válida como cualquier otra. Y, por lo general, bastante menos costosa.

Es que yo soy de ese tipo de gente que está convencida de que, hagas lo que hagas, encontrarás la manera de cagarla. Algunos nos llaman pesimistas. Yo prefiero pensar que somos optimistas bien (demasiado bien) informados. En esas circunstancias, comprenderás que se impone adoptar la solución más cómoda. Es pura lógica.

Que es una forma elegante de llamar a la cobardía, ¿no crees?

De cualquier modo, en estos momentos no estoy especialmente atemorizado por nada. Es decir, que todo me da miedo. Y no veas que pereza, ponerte a afrontar la vida, así, de golpe. Con este calor, además.

Pero gracias por el consejo.

BCN arde... dijo...

UFFF....
Aquí está alguien con vocación de salva-conciencias-espíritustristes-ánimosdecaídos-u-otraszarandajas...
Esa especie es peor que la de los abogados, afirmo...

Cazurro dijo...

BCN... te parece bonito? Meterte con la única lectora que se preocupa por mí? Además, quién es ahora el que tiene prejuicios contra un gremio? ...

...peor que los abogados, afirmas. Podría ser, pero es una opinión. Prefiero usar algún indicador fiable. Por ejemplo, a día de hoy hay más chistes de abogados que de "salvaespíritustristes...etc". A falta de otro criterio, a mi me vale este.

Sara, tú ni caso. Tu consejo parece bienintencionado. Equivocado e innecesario, pero bienintencionado...

... y, sí, como habrás deducido por mi forma de darte las gracias, el día que repartieron las habilidades sociales yo no estaba.

No me hagáis mucho caso... hoy tengo un día un poco tonto. Quiero decir un poco MÁS tonto de lo normal.

112 dijo...

Pero que borde te pones a veces! menos mal que si te han ido leyendo habran comprobado que efectivamente lo tuyo no son las habilidades sociales.
En mi experiencia, creo que este post refleja lo que lo que muchos "sanadores de espiritus" (o lo que quiera que sean los PSQ) llaman esquizofrenia.
Por lo que veo tiene la etiqueta de "relato", ala pues que no hay de que preocuparse Sara.

Anónimo dijo...

acabo de leer este relato y pienso... acaso los locos no somos nosotros? porque creo que tanto el que dice de ser abogado como los consejos de la señorita me parece ver su miedo manifiesto impregnado en sus palabras ,claro que , a lo mejor no veo demasiado bien , los que teneis miedo sois vosotros,miedo exacervado a que lo que dice este buen hombre a que no se equivoque con sus palabras , acaso el miedo no es aquello a lo que el ser humano evita? pues bien vosotros esquivais este relato como si creyerais que podeis esquivar las balas, que suerte ser tan ignorante...